Arlequin, de Picasso (1901)
Arlequin, de Picasso (1901)

 

Harry le miró con los ojos extremadamente abiertos. Al final, Severus había decidido disfrazarse de Baco, mostrando mucha piel para el gusto de Harry. Para colmo, tuvo que descubrir el disfraz en la propia fiesta. Harry frunció el ceño, molesto. Fue al baño y tras unos arreglos en su disfraz, volvió al salón.

Severus casi escupe su whisky al ver a Harry: unos zapatos tipo bailarinas en negro con dos pompones en sus pies. Las medias blancas hasta las rodillas... pero después la tela desaparecía hasta volver a mostrarse en su ingle. Un pequeño calzoncillo abombado, con unas gomas de encaje negro en los bordes. La camisa, que antes era de la manga larga, cerrada y hasta la cintura, ahora era de manga hueca, con un amplio escote y le quedaba justo debajo del pecho. Como la otra pieza, también abombada con el encaje negro en los bordes. El maquillaje seguía igual, y su pelo rebelde se escondía bajo un sombrero de varias puntas con cascabeles. Todo verde y plateado.

El joven se acercó hasta él, sonriendo, mientras saludaba a otros amigos.

—Has cambiado de disfraz.

—No, sólo lo he retocado. Sigo siendo un Arlequín.

—Uno muy sexy.