Exploración

Título: Exploración.

Pareja: Severus/Harry.

Universo: Dominación.

Clasificación: NC-17.

Advertencias: Incesto, Vouyerismo, BDSM.

Resumen:  Alex descubre, sin quererlo, cómo es en realidad la relación que une a sus padres.

 

Se suponía que esto era un regalo de cumpleaños, al que sé que llego muy tarde. Aún así: feliz cumpleaños, Row. 

 

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Alex no podía dormir. No paraba de dar vueltas en la cama, sin dejar de pensar en lo que había ocurrido la tarde anterior. Las clases habían terminado casi un mes antes, pero no había sido hasta finales de junio cuando él, su hermano y sus padres habían abandonado Hogwarts para volver a casa, apenas una semana antes. Claro que siendo su padre –Severus Snape– el director del colegio, eso no era de extrañar.

 

Comenzó la inacabable y eterna rutina veraniega: llegaron a casa, limpiaron el polvo acumulado desde las vacaciones de Pascua, ordenaron los baúles, armarios, libros y apuntes del curso recién acabado. Su padre Harry discutió con James (su hermano, dos meses más pequeño que él) por el alto sonido de la música y su padre Severus le castigó, quitándole el aparato y sus discos, por no obedecer al primero y a él le tocó aguantar los lloriqueos de su hermano. Lo de siempre.

 

Después de eso, unos días antes del aniversario de sus padres, éstos se fueron a cenar con sus amigos muggles, dejándoles solos desde media tarde. James seguía con la perreta anual de 'quiero recuperar lo que sea que papá Severus me haya quitado esta vez'. Pero Alex ya estaba harto de todo eso, empezaba a aburrirle que la situación entre su padre mayor y su hermano pequeño siempre fuera igual. Parecía que a James le gustaba enfrentarse con Severus, como si ambos mantuvieran una lucha continua, por ver quien llevaba la razón o se imponía sobre el otro en la dominación de un territorio inexistente. Él no se metía y su padre Harry solía posicionarse más del lado de Severus... o eso demostraba ante ellos, porque Alex les había escuchado hablar por las noches en su dormitorio. En la intimidad, Harry solía defender a James y recordarle a su esposo que 'su hijo era un Potter y que después de dos generaciones anteriores, ya debería saber luchar con la tercera y entender que de esa forma conseguiría más bien poco'. 

 

Alex no sabía bien a qué se refería su padre y no estaba seguro de si realmente quería averiguarlo. Los únicos datos de los que disponía eran que su abuelo James había sido compañero de colegio de su padre Severus, y que su padre Harry había sido alumno del otro en la misma institución. No obstante, le asombraba la facilidad de Harry para hacer cambiar de opinión a Severus. ¿No se suponía que el director de Hogwarts era la serpiente y el profesor de defensa el león? Descubrir que, probablemente, el matrimonio de sus padres no funcionaba cómo siempre habían pensado su hermano y él, era algo que aún no había podido asimilar del todo. Pero como la buena serpiente que era, prefería observar bien la situación y conseguir toda la información posible, para después estudiar cómo usarla. Por eso, nunca le había dicho nada a James sobre las conversaciones de sus padres, ya que su hermano no era tan paciente como él. Al contrario, era el mejor prototipo de león descerebrado que se lanzaba al peligro sin pensar en las consecuencias. Aunque eso le llevara a una abierta y dura confrontación contra el mayor basilisco que pudiera imaginar: Severus. Y sin recordar que éste era fieramente defendido por un león.

 

Pero eso no era lo que le quitaba el sueño esa noche, aunque sí tenía que ver con sus padres. En su momento de rebeldía, mientras buscaba su desaparecido aparato de música, James se metió en el cuarto de sus padres. Alex se había quedado en el salón viendo la tele, hasta que James apareció por allí alborotado, con un dvd en la mano.

 

–¡Mira lo que he encontrado! –Le había gritado, mientras bajaba las escaleras. –¡Es una peli porno, de nuestros padres!

 

Alex había alzado la ceja, totalmente incrédulo ante la obviedad de su hermano. Si había algo en lo que sus padres habían sido liberales a la hora de educarles era el sexo y lo que ello implicaba. Cuando con cuatro años formularon la consabida y temida pregunta '¿de dónde vienen los niños?', no les contaron las historias de la cigüeña, ni la del repollo, ni ninguna de las típicas mentiras piadosas que usan los padres. Fueron sinceros y les explicaron las maravillas de la reproducción humana, aunque en una versión muy suavizada para unos niños de esa edad. Pero concretamente a Alex le fallaba algo: sus padres eran dos hombres, ¿y dónde estaban las mujeres de su familia? Sus padres salieron del paso diciendo que se lo explicarían cuando fueran algo más mayores y lo pudieran comprender. Eso pasó cuando tenían unos ochos años, después de que, en el colegio, James se peleara con otro niño porque ellos no tenían madre pero sí dos padres. Eran hijos de 'vientre de alquiler', de acuerdo, no pasaba nada. Sus padres les habían explicado cómo habían tomado la decisión de ser padres y decidieron ir a una clínica muggle, donde había mujeres que se quedaban embarazadas a cambio de dinero. Les había costado un poco entender el concepto en un principio, a pesar de las sencillas, claras y calmadas explicaciones de sus padres, donde no dejaron una sola duda sin responder. Incluyendo la de '¿podremos conocer a nuestras madres?'.

 

A los once años, al volver del castillo, tuvieron una charla sobre sexo y masturbación cuando las sábanas de Alex aparecieron mojadas una mañana. Ambos hermanos aún recordaban con vergüenza aquella conversación, que acabó con una petición por parte de su padre Harry: 'Hacedme el favor  y usad pañuelos, me niego a cambiar las sábanas cada mañana'. Y, para rematar la educación sexual que les habían dado, el verano anterior, a sus padres no se les había ocurrido otra cosa mejor que dejar un par de películas porno en el salón, con el resto de la colección de familiar de películas... eso sí, después de otra abochornante charla en la que el matrimonio Snape-Potter incidió en que no tenían nada que oponer a las inclinaciones sexuales que tuvieran. Todo porque a James le habían pillado durante con el curso dándose 'el lote' en las aulas vacías del colegio con varias compañeras y algún que otro compañero. Por supuesto, esas películas que habían dejado a su alcance eran de contenido heterosexual y homosexual.

 

Dando un suspiro, le recordó a James los dvd que estaban en el mueble del salón, pero su hermano insistía una y otra vez en que éste ERA de sus padres. Que lo había encontrado en el segundo cajón de la mesilla de noche de Severus, junto a un par de botes de lubricantes y un consolador. Discutieron entre ellos durante un rato, cada uno reprochándose lo mismo que siempre se echaban en cara cuando a James se le ocurría una broma: la falta de picardía y prudencia del mayor de los dos, contra el exceso de inventiva y temeridad del pequeño. Y, como ocurría con la mitad de las discusiones (ésas en las que no podía manipular a James), Alex se dejó llevar por la fantasiosa oratoria convincente de su hermano. Se calló y se sentó en el sofá mientras el otro ponía el dvd en el reproductor y se dejaba caer a su lado.

 

En la gran pantalla de televisión pudieron ver a sus padres en el dormitorio, besándose y riendo. Desnudos y excitados. Las caricias no paraban de prodigarse en ambos cuerpos, las piernas se enredaban unas con otras y los labios y lenguas se encontraban sin descanso. Ante esa vista, Alex tragó con fuerza, sabía que sus padres mantenían relaciones ya que tanto su hermano como él habían crecido escuchándoles algunas noches. Y desde pequeños aprendieron que cuando había 'risas y suspiros en el cuarto de papá y papá' era porque 'estaban amándose' y que ellos no debían interrumpir, estuviera la puerta cerrada o entreabierta. Claro que una cosa era saberlo y otra verlo en primer plano.

 

Eso, sin contar con el efecto que estaba produciendo en su cuerpo lo que veía... y en el de James, quien gimió a su lado al ver cómo su padre de piel pálida se introducía en el moreno. Ambos se miraron en ese momento y la perdición de Alex comenzó. La determinación en la mirada de James le dio una pista clara de lo que pensaba su hermano, pero por alguna razón se negaba a aceptar que lo fuera a llevar a cabo. Se equivocó. Así que, en lo que sus padres follaban en la pantalla, él, sin saber bien cómo, acabó tumbado en el sillón con las piernas abiertas, con James sobre él besándole y sus erecciones frotándose la una contra la otra aún dentro de los pantalones. El orgasmo le llegó rápido e intenso en cuanto James metió la mano por debajo de su pijama para coger su polla. Una vez alcanzado el clímax, su mente le golpeó con fuerza, trayéndole de vuelta a la realidad. Fue muy duro darse cuenta de lo que acababa de hacer en la mano de su hermano, en el sofá del salón de su casa, viendo una película extremadamente íntima de sus padres... que podrían haberles pillado en cualquier momento. Empujó a James para quitárselo de encima, se levantó y se marchó corriendo a su cuarto, donde permaneció todo el resto de la tarde y noche.

 

Y ahí estaba, dando vueltas en la cama una noche más, pensando una y otra vez en los besos de su hermano. En cómo se había abalanzado sobre él para besarle. En la lengua que había acariciado su cuello. En el cuerpo que había embestido contra el suyo. Hacía tres días de eso y parecía que su vida era incapaz de avanzar. A la mañana siguiente de lo ocurrido, apenas había mirado a su familia a la cara, mostrándose apático y más callado y contemplativo que de costumbre. Su padre Harry se preocupó inmediatamente por él, aunque no le había agobiado ni atosigado a preguntas, seguramente frenado por su padre Severus. Mientras, James se mostraba tan dicharachero como siempre, como si nada hubiera ocurrido y seguía con su berrinche para que le levantaran el castigo.

 

Sacudió la cabeza sobre la almohada intentando borrar la imagen mental de su jadeante hermano y los cuerpos entremezclados de sus padres. Se levantó de la cama y salió del dormitorio, su refugio en esos días de auto impuesto aislamiento y, afortunadamente, respetado. Bajó hasta la cocina, sin importarle la oscuridad de la noche, aunque podía ver bien gracias a las luces que se colaban por las ventanas desde la calle. Se sirvió un vaso de leche fría que se tomó, mojando unas magdalenas de chocolate. Al terminar, lavó el vaso con cuidado para no hacer ruido y despertar al resto de la familia y salió al pasillo, rumbo a su dormitorio.

 

De forma automática, cerró la puerta que bajaba al laboratorio de su padre y sólo, tras haberlo hecho, cayó en la cuenta de que esa puerta ya debería haber estado cerrada. Como siempre. Incluso aunque su padre Severus estuviera trabajando en el sótano. Con el ceño fruncido y extrañado, volvió sobre sus pasos y abrió la puerta, para asomarse. Bajó un par de peldaños de la escalera, asegurándose de que todo estaba bien. Y ahí, al final de la sala, estaba la prueba de que algo ocurría: había una puerta entreabierta y había una luz encendida.


Miró a un lado y luego a otro, mientras pensaba. Sabía que el laboratorio tenía dos puertas: una que daba a un almacén de ingredientes, que él mismo había visitado cuando ayudaba a su padre; y otra puerta que, según les habían contado, daba al resto del sótano y que usaban para guardar trastos viejos. Y esa era la puerta que estaba abierta. Eso le extrañó aún más. Si lo pensaba bien, jamás había visto esa habitación abierta y sus padres guardaban las cosas en el ático, no en el sótano. Se quedó quieto, agarrado a la barandilla mientras discutía consigo mismo qué hacer. Su sentido común y su lógica le decían que volviera a su dormitorio. Su parte Gryffindor –porque la tenía, por mucho que le costara reconocerlo– le animaba a bajar porque podía ser divertido; y la Slytherin –desgraciadamente de acuerdo con la anterior– le susurraba que estaría bien tener algo nuevo con lo que chantajear a James.

 

Bajó las escaleras en silencio y, con mucha cautela, fue hasta la puerta entreabierta. Estiró la mano, para abrirla del todo al grito de 'Te pillé', cuando un gemido grave y profundo le hizo pararse. Por puro instinto, se puso de rodillas y se acercó al borde. No le hizo falta asomar la cabeza por la rendija para ver qué ocurría en esa habitación, hasta entonces oculta para él, ya que un gran espejo reflejaba toda la escena.

 

Su padre Harry estaba atado desnudo a una estructura metálica. Estaba de puntillas y sus brazos estirados sobre su cabeza, con todas las extremidades agarradas firmemente por abrazaderas de cuero. En su boca había una mordaza con una pelota agujereada. Tenía la espalda y la parte trasera de los muslos enrojecidos y, cuando la fusta que tenía Severus en la mano cayó sobre la piel, lo entendió el motivo. El cuerpo de Harry se sacudió ante el impacto. El grito de Alex pasó desapercibido bajo el gemido de su padre más joven; no obstante, se llevó las manos a la boca.

 

–Shhh... lo estás haciendo bien. Sigue así. –Pudo escuchar a Severus animando a Harry.

 

Alex quiso, como primer impulso, alejarse de allí y volver a su dormitorio, a su cama, a su ignorancia... pero su cuerpo no reaccionaba. No, al ver como Harry se relajaba ante el toque de Severus sobre la marca recién hecha. No, al ver como Harry inclinaba la cabeza hacia atrás buscando otro roce de Severus y cómo éste le concedía su deseo, lamiendo su mejilla. Al final, su cuerpo y su mente se aliaron para que se quedara a ver qué pasaba realmente allí.

 

Se fijó en Severus, del que podía ver su melena suelta, cayendo por los hombros; la espalda y el culo desnudos, brillando del sudor; las piernas tensas, enfundadas en botas de cuero que le llegan a las rodillas. Alex volvió a mirar al espejo, para ver cómo su padre mayor estiraba un pezón del menor con una mano y, con la otra, apretaba los testículos que colgaban bajo una erecta polla humedecida, enrojecida por la presión que ejercía un brazalete que ocupaba gran parte de su longitud.

 

Harry gimió de nuevo, con los ojos cerrados. Su cuerpo se retorcía y las cadenas de las que colgaba hacían ruido, que provocaba las risas de Severus.

 

–No voy a soltarte. Menos ahora, que viene lo mejor.

 

El tono amenazante asustó a Alex, sin embargo, tuvo el efecto contrario en Harry, quien abrió los ojos y buscó a Severus con su mirada a través del espejo. Padre e hijo, vieron al cabeza de familia alejarse hasta una mesa redonda que quedaba a espaldas de Harry.

 

>>Esta tarde, mientras todos creíais que estaba haciendo una poción, en verdad, estaba preparando esto. –Alzó la mano y mostró un pieza de jengibre, pelada por un extremo y no por el otro. Había una notable hendidura entre ambas zonas, delimitándolas.

 

Alex negó con la cabeza, preguntándose mentalmente para qué iban a usar uno de los ingredientes más comunes en pociones. No le veía lógica, aunque sus dos progenitores sí, por la cara de terror del que estaba atado y la de satisfacción del otro.

 

Vio a Severus acercarse a Harry y arrodillarse ante su maltratado culo. Separó las nalgas con cuidado, pero como Harry no dejaba de retorcerse, le dio una palmada fuerte, provocando que por fin se quedara quieto.

 

>>Eso está mejor. Sé una buena puta y no me obligues a castigarte.

 

Era tanta su atención a los actos de sus padres, que no escuchaba las palabras. Observó con cierta repulsión, como Severus besaba el ano de Harry. Sintió una pequeña arcada al pensar que lo que estaba besando su padre era por donde su otro padre hacía sus necesidades más olorosas. Ese pensamiento consiguió que mirara para otro lado, pero no por mucho tiempo, porque un nuevo gemido de Harry, captó una vez más su atención: Severus estaba introduciendo la raíz de jengibre en el ano de su otro padre. Concretamente, la parte pelada... Entonces, Alex cayó en la cuenta de que el jugo del jengibre podía producir picor y que por ello, en las clases de pociones, siempre debían tener los guantes puestos cuando cortaban estas raíces.

 

Escuchaba a Harry respirar fuertemente por la nariz, veía su pecho hincharse y desinflarse con rapidez y a Severus, aún de rodillas, apretando sus nalgas contra el jengibre. Pronto, Severus se levantó y volvió junto a la mesita.

 

>>Sé que eres inteligente y que sabes que pelar ese trozo no es lo único que he hecho esta tarde. –Sonriendo, le mostró a Harry (y a Alex, aunque sin saberlo) un pequeño palillo blanco y marrón, mientras se acercaba a él.

 

Mordió su hombro, a la vez que agarraba su polla.

 

>>Eso es, zorra. Estáte, quieta –decía, introduciendo el fino trozo de jengibre por la uretra.

 

Después de eso, Severus se sentó en un sillón que había junto a la mesita y cogió una copa que había en ella. Alex y él esperaron en silencio mientras la raíz hacía su efecto en Harry. En un primer momento, en el que parecía que nada ocurría, decidió fijarse en Severus. Bebía lentamente un líquido ambarino, que seguramente sería whisky –como era su costumbre– y se fumaba un cigarro. No era la primera vez que le veía fumar, pero sí le asombraba la parsimonia con lo que lo hacía y su mirada clavada en la de Harry a través del espejo. Observó lo relajado que se mostraba (a pesar de su más que evidente erección), el deje de orgullo y satisfacción que había en sus facciones, sobre todo en sus ojos. Por un momento, Alex sintió envidia: deseaba que alguien le mirara así. Y sabía que James era ese alguien.

 

Un gemido más prolongado que los anteriores surgió de la garganta de Harry, provocando una sonrisa en Severus y llamando la atención de Alex. Harry comenzó a mover las caderas en el aire, como si quisiera frotar su polla contra algo, a la vez que el jengibre se movía en su interior. Los glúteos se tensaban, apretando más y más. Y su cara era una auténtica muestra de la unión que provocaba el placer intenso y el sufrimiento por no poder satisfacer su urgente y creciente necesidad.

 

Fue en ese momento cuando Severus apagó su cigarro y se levantó, acercándose de nuevo a Harry. Le quitó la mordaza, dejándola caer al suelo.

 

–¿Quieres que te lo saque ya?

 

–Por favor... –apenas fue un susurro audible.

 

–Pídelo bien, puta.

 

Alex sacudió la cabeza, sin que llegar a entender por qué Severus llamaba 'puta' a Harry, pero viendo lo que estaba viendo, prefería no buscarle lógica a nada.

 

–Amo, por favor, quíteme el jengibre.

 

Las manos de Severus acariciaban los costados de Harry.

 

–¿Y por qué debería hacerlo?

 

–Yo... Amo, por favor... fólleme. –Severus sonrió ante las palabras de Harry.

 

Una mano de Severus se deslizó hacia la polla de Harry, de cuya punta ya resbalaba el perlado semen y se acumulaba sobre el brazalete. A su vez, una mano de Alex se introdujo en sus pantalones para apretar con cuidado su erección, mientras intentaba negarse dos hechos principales. Su parte lógica le gritaba que no se había excitado viendo a sus padres y que no envidiaba a Harry. Porque era absolutamente inadmisible que sintiera celos de la forma lasciva en la que Severus miraba a Harry, o de cómo le acariciaba.

 

La otra mano de Severus agarró la raíz de jengibre que sobresalía del ano de Harry. Lo retiró unos centímetros y volvió a introducirlo en su interior varias veces seguidas, provocando que Harry jadeara y gritara.

 

–¿Esto es lo que quieres que te haga con mi polla, puta?

 

–Sí, Amo. Es lo que quiero –. Consiguió decir a duras penas entre gemido y gemido.

 

Severus rió sacando con rapidez la raíz y tirándola al suelo. Separó las nalgas de Harry y se agachó, poniendo la cara a la altura de su abierto culo.

 

–Es una pena que no veas lo enrojecido que tienes el culo–. Estiró dos dedos, acariciándolo–. Hinchado, sensible y húmedo. Como me gusta. –Le dio una palmada en una de las nalgas y se puso de pie, agarrando su polla para dirigirla al interior de Harry–. Está perfecto para follarte como te mereces, puta.

 

Alex se mordió el labio inferior para no gemir al ver cómo los glúteos de su padre Severus se contraían y su padre Harry dejaba caer su cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados y la boca abierta en una muda expresión, a la vez que él volvía a apretar su polla. Tardó unos segundos en acompasar los movimientos de su mano con los de la cadera de Severus. Veía los embistes rápidos y fuertes. Escuchaba los gemidos de Harry que se colaban entre los dedos de la mano que le tapaba la boca. Veía la carne de Harry enrojecer más a cada palmada que le daba Severus.

 

Escuchó el desgarrador gemido de Harry cuando Severus le quitó el palillo de raíz de la uretra y vio los chorros de semen salpicar al suelo a la vez que su propia mano se humedecía en un orgasmo silencioso. Observó cómo Severus se alejaba de Harry y cómo su esperma escurría por las nalgas de éste. Miró su mano manchada, absorto en lo que había hecho, hasta que oyó a Severus hablando de nuevo.

 

–Ahora voy a desatarte, primero las piernas y después las manos –decía mientras le terminaba de limpiar con una toalla. Se colocó ante Harry, le quitó con cuidado el brazalete del pene y procedió a deshacer los amarres de sus tobillos –. Flexiona las piernas –le ordenó, cogiendo uno de sus tobillos y haciéndole doblar la rodilla. Después, lo remitió con la otra.

 

Se puso de pie e hizo lo mismo con los de las manos, colocando los brazos de su esclavo al rededor de su cuello.

 

>> Salta –volvió a ordenar, poniéndole las manos en el culo, sosteniéndole en el aire.

 

Con Harry cogido de esa forma, lo llevó al sillón donde se había tomado su whisky y se sentó con él encima. Acariciaba su espalda con lentitud y besaba sus sienes, mientras Harry sollozaba en sus brazos. Poco a poco, Harry fue tranquilizándose y se colocó de otra forma, dejando ambas piernas por un lado de Severus y apoyando su cuerpo en el pecho de éste.

 

–Amo... –susurró mientras acariciaba el cuello de Severus con la cabeza.

 

Alex tuvo la sensación de que, si se quedaba en su escondite tras la puerta, presenciaría algo mucho más íntimo que lo que ya había visto. Por una vez, su curiosidad Gryffindor ganó a su sensatez Slytherin.

 

–¿Más tranquila, puta?

 

–Sí. Muchas gracias, Amo. –Alzó el rostro aún congestionado por el llanto y le sonrió. Severus le devolvió el gesto y le besó suavemente.

 

–Sabes que tienes lo que te mereces, ni más ni menos.

 

–Aún así, Amo. Muchas gracias por dejarme servirte todos estos años.


–Ha sido un inmenso placer. Me siento muy orgulloso de ti –. Estiró la mano y sirvió una copa de whisky que llevó a los labios de Harry para que diera un sorbo. Después, encendió un cigarro –. ¿Algo que hubieras cambiado de la sesión de hoy?

 

Harry dio una calada larga antes de responder.

 

–Sabes que prefiero que el jengibre me lo pongas sólo en un sitio, pero sé que hoy es un día especial, Amo.

 

–Lo es –respondió después de dar un trago a la bebida y dejar el vaso sobre la mesa.

 

Harry le besó con ímpetu y Alex tuvo la sensación de que le dijo algo a Severus, al ver cómo éste sonreía mientras asentía. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Alex y se marchó de allí, rumbo a su cuarto de baño. Era hora de irse a dormir o, al menos, intentarlo. 


 

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Cuando se levantó a la mañana siguiente, Alex notaba el cuerpo dolorido. El único momento en el que no había dado vueltas en la cama fue cuando escuchó a sus padres en el pasillo, yendo a su dormitorio. No había parado de pensar en lo que había visto. Cada vez que cerraba los ojos, volvía a ver tras los párpados los dos cuerpos moviéndose de pie al unísono. Escuchaba el leve tintineo de las cadenas, los gemidos de Harry, los leves jadeos de Severus o quizás los suyos mientras se masturbaba al verles. Y los celos le carcomían otra vez. Sobre todo, por la tierna mirada que Severus le había dedicado a Harry mientras lo sostenía en brazos.

 

James, ni corto ni perezoso, había entrado en su habitación a levantarle porque 'era un día especial'. Y tenía razón, lo era: el aniversario de sus padres. En el baño, había intentado quitarse cualquier vestigio del insomnio de la noche anterior y, al llegar a la cocina, comprobó que las posibles buenas intenciones que tuviera su hermano, habían caído en saco roto. Como todos los años anteriores. Harry ya estaba en la cocina, sonriente y radiante como cada mañana, preparando el desayuno para toda la familia. Llevaba puesto un calzoncillo y no había ni una sola marca en su piel, hecho que por un instante asombró a Alex, hasta que recordó que su otro padre era Maestro en Pociones. Le saludó con un beso en la mejilla y le felicitó, como hizo con Severus cuando entró a la cocina.

 

El desayuno transcurrió tranquilo, con James más hablador que nunca, Harry siguiéndole las bromas y Severus callado, mirándole a él. Pero Alex no se atrevía a levantar la vista de los gofres que había hecho Harry, ni siquiera, cuando Severus se levantó de la mesa y segundos después escuchó la puerta del laboratorio abrirse y cerrarse rápidamente. Ayudó a Harry a limpiar la cocina, en vez de huir como hacía James. Al terminar, Harry le paró, poniendo una mano sobre su brazo.

 

–Alex, Severus y yo estamos muy preocupados por ti –. Esas palabras asustaron a Alex y eso se debió reflejar en su rostro–. No pongas esa cara. Severus también se preocupa por ti, aunque no lo creas. Os parecéis mucho más de lo que piensas. Y si no te he preguntado antes, es porque él me ha pedido que te tiempo.

 

–Yo... –se rascó la cabeza, gesto que había copiado de Harry siendo sólo un niño–. Papá...

 

–No quiero que digas nada, Alex. Lo único que quiero que sepas es que estamos aquí para ti, para lo que sea, cuando lo necesites y estés dispuesto a hablar de lo que te ocurre. ¿De acuerdo?

 

Asintió con la cabeza y Harry le dio un beso en la mejilla antes de salir de la cocina hacia el laboratorio. Alex supuso que iría a ayudar a Severus a limpiar 'el trastero'.

 

El resto del día fue como el resto de los días del verano. Pidieron comida a domicilio, almorzaron viendo una película en la tele, James estuvo horas hablando por la red flu con la chica de turno, sus padres se quedaron dormidos en el sofá y él, encerrado en su dormitorio, dándole vueltas y más vueltas a lo que había visto la noche anterior.

 

A media tarde, sus padres les comunicaron que salían, cosa que ya sospechaban porque era lo habitual en su aniversario: algún espectáculo (cine, teatro u ópera), cena y paseo nocturno. James no consiguió ablandar a Severus: seguía castigado, por lo que tuvo que volver a llamar a la chica de turno para cancelar su cita. Y él, intentó dormir. De hecho, cuando a la hora de la cena, James fue a su dormitorio para hablar con él, se hizo el dormido. Sentir el beso de su hermano en la cabeza y cómo le arropaba, en vez de despertarlo con gritos, le hizo sentir protegido y cuidado de alguna forma. Se preguntó si Harry se habría sentido así al sentir las caricias de Severus o cuando le curó las marcas... porque tenía clarísimo que en algún momento después de irse del laboratorio, Severus debió curarle los golpes de la fusta y de sus manos para que, por la mañana, no tuviera ni una sola marca.

 

La envidia y los celos volvieron a surgir en él. Las dudas y preguntas también. Por lo que había escuchado, no era la primera vez que sus padres hacían eso, ¿se habría sentido así siempre? ¿Severus le trataría así en cada ocasión? ¿Qué se sentía al estar atado y a merced de otra persona? ¿Era normal preguntarse eso? ¿Y desear que 'esa persona' fuera tu hermano? ¿El mismo que días antes te había besado y masturbado?

 

Era tarde cuando Alex, aún despierto, escuchó a sus padres en el pasillo. Su puerta se abrió lentamente, casi sin hacer ruido.

 

–Está dormido –escuchó la voz de Severus susurrar antes de cerrar la puerta.

 

Permaneció un poco más en silencio, escuchándoles reírse en voz baja antes de entrar al dormitorio principal. Con cuidado se levantó y buscó en el baúl del colegio la caja de 'Sentidos extensibles', la gran revelación de los productos de Sortilegios Weasley. Como bien decía la caja, primero habían sido las orejas extensibles, después le habían seguido los ojos extensibles, que era lo mismo que lo primero pero con ojos en vez de con orejas. Y lo último de lo último, la combinación de ambos: un ojo con una oreja que podías poner en cualquier parte y ver y escuchar desde otro lo que pasaba.

 

Ideal para los grandes bromistas.

Magnífico para no perderte nada de lo que ocurre a tu alrededor.

Con nuevas funciones: visión nocturna, ajusta el volumen,

escucha sólo lo que desees, aumenta la visión.

¡No dejes que nada se escape a tus sentidos!

 

James y él, como buenos Weasleys honorarios, los tenían gratis y de regalo en cada celebración... acompañado del enfado de sus padres, sobre todo si usaban los productos durante las clases.

 

Con más cuidado aún, se acercó hasta la puerta de sus padres y con ayuda de la varita y de su 'ojoreja-receptor' colocó el 'ojoreja-emisor' en una posición que le permitiera ver bien lo que ocurría en el dormitorio de sus padres y volvió al suyo. Se sentó en la cama, con la espalda apoyada en la pared y se quedó observando la pantalla.

 

Severus y Harry se desnudaban mutuamente, sin dejar de besarse ni acariciarse. Se abrazaban y se soltaban para quitarse las prendas, que iban dejando tiradas por la habitación. Un Harry muy sonriente se tumbó en la cama con los brazos extendidos y Severus no pareció pensárselo dos veces antes de colocarse sobre él. Las manos volaban de un cuerpo a otro, las piernas se unieron en las caricias.

 

–¿Puedo hacerte el amor? –preguntó Severus.

 

Harry rió.

 

–¿Aún lo preguntas? Sabes que sí.

 

Severus le besó.

 

–Te lo preguntaré siempre –respondió, llevando sus manos al trasero de Harry para elevarle un poco, mientras se colocaba mejor entre sus piernas.

 

Tras unos leves movimientos de cadera, Harry gimió separando más las piernas a la vez que Severus empujaba. Las manos de Harry se enredaron en el pelo de Severus mientras éste besaba su cuello. Ambos gimieron juntos, ignorando que en el dormitorio de al lado, su hijo mayor les miraba con el ceño fruncido ante las grandes diferencias de ese momento y la noche anterior.

 

Alex veía como Severus besaba cada parte del cuerpo de Harry que podía alcanzar y cómo éste le agarraba del pelo para dirigir esos besos a donde quisiera. Hasta que llegó un momento en el que empujó a Severus, alejándolo de él. Le obligó a tumbarse en la cama y se subió encima, provocando una sonrisa creída en los labios del que fuera su profesor de pociones muchos años antes. Le acarició la polla breve pero firmemente antes de sentarse sobre él, penetrándose él mismo. Severus acariciaba sus muslos, animándole a moverse hasta que elevó su torso y le abrazó.

 

No duraron mucho tiempo así, porque aunque el movimiento era lento, también era pasional e intenso. Los susurros que Alex apenas alcanzaba a escuchar, a pesar de tener su 'ojoreja-receptor' al máximo volumen, eran una mísera muestra de lo que sentían en ese momento. 'No... moverte', 'Adoro... así', 'Más...', '...ero', '… nunca', simples palabras que se mezclaban entre besos y jadeos, que se confundían con el crujir de la cama, los jadeos, los suspiros y las risas.

 

Entonces, Alex, que siempre había visto a sus padres besarse (incluyendo la noche anterior con una lascivia jamás vista), presenció el beso más íntimo de todos: el compartido durante un orgasmo simultáneo. Los dos cuerpos vibrando tensos, las manos clavándose en la piel del otro, los movimientos lánguidos al separarse, la sonrisa satisfecha y la caricia sobre la piel maltratada mientras las miradas se unen, diciéndolo todo sin palabras.

 

Observó cómo Severus estiraba la mano para coger un paquete de pañuelos húmedos de la mesilla de Harry y cómo cada uno limpiaba al otro. Harry retiraba el semen del pecho de Severus, mientras éste lo quitaba de entre sus nalgas y su ano. Cómo Severus limpiaba con delicado cuidado y esmero el fláccido pene de Harry y éste hacía lo mismo con él. Se sorprendió al ver cómo Severus cogía el bote de crema hidratante y la extendía sobre los brazos y las piernas de Harry mientras éste reía.

 

–Hoy no era necesario, Severus –se quejó Harry.

 

–A estas alturas, deberías saber que lo haré cada noche.

 

Al terminar, Severus se limpió las manos con otra toallita que tiró al suelo junto al resto y se colocó en medio de la cama. Harry se acurrucó sobre él, después de apagar la luz del dormitorio con el interruptor que tenían sobre el cabecero de la cama. Tas el cambio de iluminación, la pantalla del 'ojoreja-receptor' se quedó en negro unos segundos. Cuando la imagen volvió, vio a Severus terminar de taparles, sonriendo de lado mientras abrazaba a Harry.

 

–Feliz aniversario, Sev.

 

–Feliz aniversario, pequeño.

 

Alex se sorprendió. Jamás había escuchado a Harry llamar 'Sev' a su otro padre y, mucho menos, a éste llamar 'pequeño' al más joven. Sabía que Severus odiaba cualquier tipo de diminutivo cariñoso y era el único en la familia que lo llamaba Alexander y no Alex, como los demás o como él mismo se presentaba. Esa intimidad, le sobrecogió el corazón.

 

Pero no tanto, como observar a Severus contemplando a Harry mientras se quedaba dormido. A pesar de la oscuridad, podía notar la devoción y el cariño que su padre era capaz de transmitir si lo deseba, si creía que nadie le miraba. Vio la delicadeza con la que se llevó a los labios la mano de Harry que descansaba en su pecho, cómo la besaba y la volvía a colocar donde estaba, mientras besaba la cicatriz que muchos años antes hiciera famoso a Harry.

 

Alex suspiró antes de retirar las lágrimas que mojaban sus mejillas. Siempre había sabido que sus padres se amaban, aunque tuvieran formas muy propias de demostrárselo entre ellos. Eran pequeñas muestras de afectos, pequeños detalles que siempre estaban ahí: el beso de buenos días, la suscripción a 'Quidditch hoy' que Severus había hecho, ayudar a colocar una capa, los ingredientes de pociones que se terminaban y que Harry reponía, hacer bien el nudo de una corbata muggle, el respeto mutuo ante las decisiones o los castigos que imponían y que ambos mostraban, las visitas de los domingos a los Weasley y que Severus aguantaba estoicamente o las largas convenciones sobre pociones que Harry aguantaba sin rechistar... y así, un sin fin de cosas en las que Alex no había caído hasta ese momento.

 

Lo peor de todo era tener la certeza de que sería muy difícil encontrar algo ínfimamente parecido. Casi imposible conseguir que fuera James quien se lo diera.

 

Lo peor de todo era tener la certeza de que envidiaría a sus padres y la relación que mantenían mientras viviera.

 

FIN




 

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Comentarios: 1
  • #1

    Nienna0410 (jueves, 11 febrero 2021 21:54)

    No sé si sigues activa por aquí, pero quería decirte que esta serie de historias me ha encantado. Esta temática nunca me había gustado mucho, pero creo que es porque en muchos fics no está bien explicada o realmente se toma como BDSM algo que no es, pero la verdad es que leyendo estas historias me ha interesado mucho este tema y me ha llevado a investigar más sobre él. Muchas gracias por publicar estas historias, me encanta cómo escribes, besos!!