Buscando el orden

Título: Buscando el orden

Beta: Rowena Prince.

Reto: Feliz cumpleaños... Potter

Clasificación: NC – 17.

Pareja: Harry Potter / Severus Snape.

Disclaimer: los personajes son de Jotaká, pero yo los uso a mi antojo para divertirme un rato. La trama y el sexo salen de mi pervertida mente.

Resumen: Tras la batalla en el Ministerio en quinto curso, Harry cambia radicalmente.

Reto: Feliz Cumpleaños... Potter.

Advertencias:  Dark!Harry, Tortura, Violación/Non-Con, Dubious.

 

Feliz cumpleaños

Harry salió cansado de su despacho en el Ministerio. El día había sido muy ajetreado, no había parado de revisar papeles de los últimos juicios de los miembros de La Orden del Fénix. Al fin y al cabo, los que aún quedaban presos eran los cabecillas de la resistencia, por lo que los dossieres eran muy amplios, con años y años de información recopilada. Primero, por la del anterior gobierno y ahora, por el suyo. Las cosas habían cambiado mucho en los últimos tres años, después de la muerte de Sirius.

 

Por aquella época, había decidido que no podía seguir así, perdiendo a sus seres queridos a manos de Voldemort, mientras Dumbledore era incapaz de contarle la verdad. Cuando supo lo de la profecía y lo que eso implicaba, entendió que debía darle un giro radical a su vida. Y eso hizo en los meses que le siguieron a esa noche. Extrañamente, el cambio fue paulatino, ya que necesitaba estar totalmente seguro de que su decisión era la correcta. Y ahora, tres años más tarde, sabía que lo había sido.

 

Sus pasos sonaban firmes en el suelo de baldosas del Ministerio. El resto de empleados le saludaban con una ligera inclinación de cabeza, que él se limitaba a ignorar, mientras se apartaban para cederle el paso. No tenía por qué hacerlo. No tenía que rebajarse ante sus subordinados ni súbditos. No él, que era el segundo al mando en el nuevo gobierno. No él, quien más adelante sería el primero. Quien gobernara sobre el mundo mágico. Esa era la imagen que Voldemort le obligaba a proyectar, porque según él, si se mostraba como alguien accesible -a quien se pudiera abordar por los pasillos del Ministerio-, acabaría perdiendo el respeto ajeno. No lo considerarían el líder que debía ser y todo volvería al caos. Quisiera o no, debía cumplir con lo que se le ordenaba, a pesar de poner siempre en entredicho las decisiones del Lord debido no sólo a su diferencia de puntos de vista en cuestión de política, sino también en cuanto a su actitud. Mientras el mayor sólo se imponía, Harry prefería escuchar a los que le rodeaban y negociar si el caso a tratar lo ameritaba. Lo curioso es que en su rutina diaria se habían acomodado tan bien, que una situación similar era  casi impensable.

 

Llevaba en la mano un dossier muy grueso para seguir estudiándolo en su casa. Esperaba que el Lord estuviera allí, porque tenían que hablar seriamente de ese preso en concreto. ¿Cómo se le había ocurrido sentenciar su muerte sin consultárselo? Porque ese era el pacto al que habían llegado: ninguno de los dos tomaría decisiones importantes sin consultar al otro. Fue al llegar al expediente de ese preso cuando decidió marcharse a casa antes de acabar su jornada laboral. Su cabreo fue instantáneo y, desde luego, no iba a permitirlo. Severus Snape no podía morir. ¿Es que Voldemort no se daba cuenta de lo útil que podría ser? Parecía que no. Tan sólo necesitaba que le dejara algo más de tiempo, porque estaba seguro de que la voluntad del antiguo profesor de pociones acabaría doblegándose a sus deseos.

 

No le hizo falta hacer cola en las chimeneas de salida, aunque bien podría haber usado la de su despacho o, simplementedesaparecerse, pero sabía que necesitaba calmarse. El último viernes de cada mes, estaba dedicado a revisar algunas condenas y ese día, Voldemort no había ido al despacho. ¿Qué imagen pretendía dar como Ministro? Sacudió la cabeza para intentar despejarse, mientras dejaba que las llamas verdes de la red flu le envolvieran antes de llegar a su destino. Lo que menos necesitaba era cuestionarse el extraño comportamiento del Señor Tenebroso en los últimos días: faltaba a las cenas con él, las reuniones de esa semana habían sido más cortas, y por las noches llegaba a casa cuando él ya estaba durmiendo.

 

El salón principal de Grimmauld Place estaba totalmente a oscuras, pero se iluminó brevemente cuando la chimenea se encendió. Harry suspiró para terminar de calmarse, no fuera a ser que su enfado le forzara a gritarle a Voldemort de más y acabaran teniendo una de las discusiones que tanto  odiaba y que terminaban a base de hechizos. Ese día no le apetecía.

 

Dio un paso fuera del hogar y, nada más hacerlo, el ambiente cambió. Los gritos de los que estaban allí reunidos sonaron por todo el salón, a la vez que las velas de las lámparas se encendían, dejando a Harry ciego por un momento.

 

—¡FELIZ CUMPLEAÑOS!

 

Harry parpadeó antes de mirar de un lado a otro, reconociendo las caras de aquellos que estaban reunidos en el salón. Los Malfoy, los Lestrange, los Goyle, los Crabbe y Percy y Ron Weasley, junto a sus acompañantes, Penélope Clearwater y Hermione Granger. En medio de todos, estaba Voldemort, con su sempiterna túnica negra sobre su pálida piel. A sus pies, Nagini siseaba sus mejores deseos para Harry.

 

—No es  hasta mañana, —fue lo único que se le ocurrió decir, dado que la sorpresa había cumplido con su objetivo y lo había dejado asombrado.

 

El Señor Tenebroso se acercó hasta él, sonriendo, si es que la extraña mueca que formaban sus labios al levantar las comisuras se le podía considerar sonrisa.

 

—Feliz cumpleaños, Harry. —Volvió a repetir Voldemort mientras le abrazaba. Dejó que su varita asomara por la manga de su túnica e hizo desaparecer el pergamino enrollado que tenía Harry en la mano. —Eso ya lo hablaremos en otro momento —le susurró al oído antes de darle un beso en la mejilla, ignorando la mirada molesta que recibió.

 

Harry cogió la mano que Voldemort le tendía, aún algo aturdido, y juntos llegaron al centro del salón. Aunque ahora entendía por qué el ministro no había ido al trabajo hoy y había tenido un comportamiento tan extraño los días previos. Ante ese pensamiento, no pudo evitar sonreír ligeramente, notando cómo habían cambiado las cosas entre ellos. De desear matarse habían pasado a desarrollar una relación Maestro-Aprendriz. Y Harry admitía que había aprendido mucho de su mentor.

 

El siguiente en abrazarle fue Ron, seguido de Percy. Había sido fácil convencer a Ron para que se uniera a él, a su nueva forma de ver las cosas tres años atrás. Harry tenía sus dudas, se las había expuesto a su amigo y ambos concluyeron que Dumbledore no era tan sincero, así que con la venia de Ron, Harry contactó con Voldemort durante su sexto año. Sólo tenía que usar esa conexión mental que compartían y que el Señor Oscuro no había utilizado desde la batalla en el Ministerio. Con Percy, no hubo mucho trabajo que hacer, sólo dejarle claro que conseguiría el poder que siempre había deseado, que su carrera en el Nuevo Orden Mágico sería brillante y espectacular si seguía las directrices que se le ordenaban. Y así había sido.

 

Los mayores de las familias, los que siempre habían sido del círculo interno, le tendieron la mano y los jóvenes, prácticamente todos compañeros de clase, le abrazaron también. Fue cuando Harry se dio cuenta de cómo estaba decorado el salón: globos verdes y plateados se acumulaban en el techo, serpentinas de los mismos colores adornaban los candelabros de las paredes y, en medio del salón, había una gran mesa con diferentes entremeses salados y pasteles variados. El bar de la ancestral casa de los Black estaba abierto y Kreacher tenía preparadas las bebidas, ya que conocía a la perfección los gustos de los invitados de sus amos.

 

Las últimas en acercase a él, por tener un escalafón bajo en la nueva jerarquía, fueron Penélope y Hermione. Ambas lucían el colgante que las señalaba como acompañantes de dos de los miembros más cercanos a la cúpula política de esta nueva era.

 

—Felicidades, Señor Potter —Saludaron ambas, antes de hacer una ligera reverencia.

—Gracias. —Fue su seca respuesta mientras inclinaba la cabeza como respuesta a los gestos de ambas mujeres—. Traednos las copas, por favor. —Agregó, mientras se iba con Percy, Ron, Draco, Vincent y Gregory hacia los sillones.

 

Harry se derrumbó en uno de los cómodos asientos de cuero. La remodelación de la casa había llevado su tiempo, pero el resultado fue increíble. Consiguieron eliminar todos los doxies y otras plagas domésticas que había en la casa, los viejos tapices de las paredes fueron reemplazados por nuevos papeles de colores mucho más claros, así como las alfombras y todo el mobiliario. Lo único que se había salvado era la biblioteca. Claro que también era lo único que estaba en buen estado, ya que Kreacher sólo había cuidado esa sala, porque había sido el lugar favorito de su Ama. Sonrió al pensar que Tom —porque en sus pensamientos era Tom y no Voldemort o el resto de títulos con los que todos lo conocían— tenía mucho mejor gusto de lo que parecía.

 

Hermione se acercó con una bandeja con copas suficientes para todos los jóvenes, mientras Penélope hacía lo propio con los adultos. Harry cogió su copa de vino de elfo mientras que los demás tomaban sus cervezas, que fue lo que hicieron Ron y Gregory, o elegían whiskys de fuego, como Draco y Vincent o se decantaban por el brandy, como Percy.

 

—¿Quién me iba a decir a mí que acabaría celebrando el cumpleaños del cara rajada? —comentó Draco, mirando a Harry fijamente mientras sonreía de lado.

 

—No lo sé hurón, pero aquí estás. —Harry miró hacia el otro lado de la sala, donde los adultos reían—. Tu padre supo congraciarse bien con Voldemort después de que lo encerraran en el ministerio. Hiciste un buen trabajo aquella noche. Más de lo que ambos esperábamos.

 

Draco se sonrojó. Había sido un duro golpe para su orgullo y lo sabía, pero Harry ahora era así. Había dejado de ser el chico tierno, el joven héroe que del que todos esperaban que salvara al mundo mágico, para convertirse en el brazo ejecutor de la oscuridad. Se rumoreaba que era más inflexible que Voldemort e, incluso, que podía llegar a manipularle, y aunque Draco no sabía cuánta verdad había en ello, sí era cierto que había visto con sus propios ojos cómo la opinión del joven gryffindor contaba en los planes del Lord.

 

—Haya paz —dijo Ron cansinamente —. Siempre estáis igual, ¿cuándo vais a dejar de lado esas tonterías? Ya son agua pasada.

 

Harry rió sonoramente, captando la atención de todos.

 

—Vale, yo ya lo dejo. Pero no antes de que me digáis por qué se está celebrando mi cumpleaños hoy y no mañana.

 

Los jóvenes se miraron entre ellos, a ver si alguien conocía la respuesta. Harry los examinaba inquisitivo.

 

>>¿Y bien?

 

Ellos no lo saben, pequeña cría —El único que no se sobresaltó ante la interrupción de Nagini fue Harry—. Pero aún es pronto para que tú lo sepas, dejémoslo en que tendrás que cumplir una misión. —Harry fue a protestar, pero la serpiente que ahora tenía parte de su cuerpo elevado, dejando su cabeza a la altura del pecho de Harry, meneó su cuerpo simulando una negación para que no la interrumpieran —. Todavía no es momento de saberlo, ya te lo dirá él.


Está bien, esperaré. Pero me jode que me haga eso.


Si las serpientes rieran, Nagini en ese momento lo habría hecho a carcajadas.

 

Créeme, te gustará tu misión. Y ahora, jovencito, yo me voy a dormir. Ya le he dicho a Tom que no hagáis mucho ruido, que estoy cansada. Buenas noches. —La serpiente se estiró un poco más y Harry se hizo hacia adelante para permitir que la bífida lengua de Nagini acariciara su mejilla.

 

En cuando la serpiente se arrastró por el suelo, los chicos que estaban en el sofá respiraron aliviados. Todos allí sabían lo mortífera que podía ser y que debían tener mucho cuidado para no enojarla, ya que molestarla a ella, significaba meterse en problemas con el Lord Oscuro y con Harry.

 

—Estupendo. Mañana me toca trabajar —suspiró Harry, antes de tomarse la copa entera de vino de elfo, de un sólo trago.

 

—¡No será para tanto! —Exclamó Ron.

 

—Es un honor que el Lord te mande una misión, deberías...

 

—¡Venga ya, Weasley! —interrumpió Vincent —Deja el peloteo para otro día.

 

Todos empezaron a reír de nuevo, mientras Percy se sonrojaba fuertemente.

 

Hermione se acercó tímidamente a ellos, tendiéndole una nueva copa de vino a Harry, quien la cogió rozando ligeramente los dedos de la joven. La chica se marchó, después de que las miradas de ambos se encontraran durante menos de un segundo.

 

—¿Cómo lo está llevando, Ron? —preguntó curioso.

 

—Le ha costado adaptarse un poco al nuevo sistema. Ya sabes cómo es, siempre ha querido trabajar, demostrar que es una mujer fuerte e independiente. Pero parece haber comprendido que ya no puede y que debe ajustarse a unas reglas. Afortunadamente, Penélope está siendo de gran ayuda en su adiestramiento.

 

Hacía menos de un mes que Hermione había sido liberada de Azkaban. A Harry le había costado mucho conseguirlo, ya que Tom deseaba matar a todos los nacidos de muggles que habitaban el mundo mágico británico, pero Harry había sido inflexible para que eso no sucediera. Aquella discusión había sido de las grandes: el duelo que mantuvieron en el despacho del Ministerio acabó cuando el techo se derrumbó sobre ellos. El alumno no debió recordarle al maestro sus orígenes mestizos, ni poner en duda la cordura —o más bien la falta de ella— de la parte mágica de su familia, debida a la endogamia continua a lo largo de las generaciones previas.

 

Poco a poco, los hijos de muggles fueron liberados de sus celdas en Azkaban, pero sólo cuando una familia sangre limpiarequería sus servicios como sirvientes, o si demostraban que podrían ser útiles como magos. A los mestizos, les pasaba algo parecido: una parte había acabado en Azkaban (aquellos que no habían obtenido buenas calificaciones en sus notas escolares y a los que se trataba igual que a los hijos de muggles) y otra era libre (los que sí las habían conseguido). El nuevo sistema se basaba, sin duda, en una jerarquía de castas desarrolladas según la genealogía familiar. Todo ideado por Harry tras aquél duelo en el despacho, del que salió vencedor por los pelos. Pero el sistema funcionaba, algunos tardaban más o menos en adaptarse, pero el pueblo parecía haberlo aceptado en pos de terminar con una guerra que acabaría por exterminarlos. Aunque, para que los nacidos de muggles considerados 'ciudadanos libres' pudieran optar a sus puestos de trabajo, casarse o reproducirse, debían contar con el permiso del Ministerio. En concreto, con el del Ministro y su sucesor.

 

—Oye, Harry... —comenzó Ron dudoso— ¿has hablado ya con él? ¿Sobre lo mío con Hermione?

 

Harry se acomodó en el sillón, mientras cruzaba una pierna sobre la otra.

 

—Aún es muy pronto. No hace un mes que Hermione es libre, y me costó convencerle. Tuve que apelar al buen trabajo que has hecho para nosotros y a la inteligencia de ella. Si todo va bien, podremos conseguir el permiso para vuestra boda dentro de unos meses. Aunque el de reproducción tardará más. —Harry sonrió con sorna antes de añadir: —A no ser que le recuerde que tu familia es proclive a multiplicarse como conejos.

 

Todos rieron con el comentario, incluso Ron, quien negaba con la cabeza.

 

>>Y tú, ¿no vas a preguntar? —Harry miró a Draco intensamente, poniendo nervioso al muchacho.

 

El rubio miró su vaso de whiskey antes de enfrentarse al verde escrutinio.

 

—Remus no está bien. —Clavó sus ojos en los de Harry, suplicándole con la mirada aunque ni su voz ni sus gestos lo demostraran—. Necesita pociones más potentes, ya se ha inmunizado a la matalobos tradicional.

 

—Lo sé —respondió Harry antes de dar un trago a su nueva copa de vino.

 

Remus había sido uno de los primeros en salir de Azkaban, hacía ya dos años, y Harry había contado con la inesperada ayuda de Greyback y los Malfoy para conseguir su liberación. ¿Quién iba a pensar que Draco estaría interesado en Lupin? ¿Que lo querría para él?  Sin embargo, el tiempo no pasaba en vano para el hombre lobo: sus transformaciones eran cada vez más dolorosas, su sistema inmunológico era más débil y por tanto, su recuperación tras la luna llena era más lenta.

 

Harry tomó otro sorbo para apartar a Remus de su mente. ¡Era su fiesta de cumpleaños! Y tenía que disfrutarlo, o como mínimo aparentar que se lo pasaba bien. Así que permitió que el resto de sus acompañantes sacaran temas menos personales, pero sí más profesionales como la nueva ley para la restricción de uso de hechizos para nacidos de muggles. Y con ello, el debate de si aquellos sangre sucia que servían en las casas de magos honorables y respetables con un gran abolengo, deberían poder usar su magia para las tareas más básicas que implicaba su servidumbre.

 

El joven cumpleañero escuchaba en silencio cómo los demás discutían la cuestión, ofreciendo cada uno sus puntos de vista. Todos coincidían en que si se lo permitían, realizarían las labores más rápidas y efectivas, pero el problema radicaba en el precedente judicial que implicaba permitir que un sangre sucia -que había demostrado no merecer ser un mago, bajo el criterio del nuevo orden-, cogiera una varita. Llegó un punto en que Harry simplemente dejó de escuchar para centrar su atención en el otro grupo que estaba en el salón.

 

Parecían estar recordando los viejos tiempos de su juventud y pasadas anécdotas de la primera guerra. Harry sonrió al ver que él no era el único que se estaba aburriendo. Voldemort estaba hastiado y el joven lo sabía por la forma en la que de vez en cuando elevaba su ceja, o la parte de su cara donde se suponía que debía de haber una. Sus miradas se cruzaron durante varios segundos, observándose mutuamente otro mientras las conversaciones de su alrededor perdían volumen. Era uno de los duelos que muchas veces mantenían: quién aguantaría menos y la retiraría antes, pero en esta ocasión fue diferente.

Voldemort se alejó del grupo para ir hacia el sillón, a la vez que Harry se levantaba del mueble y se dirigía hacia el Lord, que ahora le sonreía. 

 

—No lo estás pasando muy bien, según veo.

 

—Tú tampoco, a pesar de haber organizado todo esto —dijo Harry, burlón, señalando en torno suyo con la mano en la que no tenía su copa—. Además, aún no se me ha pasado el enfado. Tenemos que hablar.

 

Voldemort deslizó sus manos por la cintura del joven, atrayéndolo hacia él. Harry rodeó el cuello pálido con sus brazos y apoyó su cabeza en el pecho que tenía delante.

 

—Lo haremos, pequeño. Pero será después. —Le besó en el pelo.

 

—Más te vale.

 

El resto de los presentes se quedaron en silencio. Eran muy escasas las ocasiones en las que ambos líderes se habían prodigado muestras de este estilo públicamente. Alguno de los presentes, como en el caso de los Goyle, los Crabbe y Hermione, jamás las habían presenciado. De hecho, la joven no pudo evitar gemir ante lo que veía.

 

Harry rió.

 

—Les estás asustando, Tom —susurró Harry, directamente en el oído del Lord.

 

En respuesta, éste le apartó de su lado.

 

—Damas y caballeros, estamos en un cumpleaños. Y contamos con una actuación muy especial para celebrarlo.

 

Algo en el estómago de Harry se revolvió. ¡A saber qué había preparado!

 

>>¡Kreacher!

 

El elfo llegó de la cocina, aunque Harry no se había dado cuenta de cuándo se había marchado. Detrás de él levitaba un enorme pastel blanco, que depositó en medio de la sala. Las luces se apagaron y las velas de la tarta se encendieron. Ante el sonrojo de Harry, todos le cantaron el 'Cumpleaños feliz' antes de que el joven pudiera soplar las dieciocho llamitas que había en la superficie glaseada.

 

Cuando todos terminaron de aplaudir, sucedió algo que ninguno esperaba. Excepto el Lord, ya que había sido idea suya. Un ligera explosión consiguió que fragmentos de tarta salieran volando por los aires.

 

Harry llevó sus manos hasta su cara. Se quitó las gafas llenas de merengue y lamió los cristales para quitarle parte de la dulce crema. Después las limpió con un pañuelo que tenía en uno de los bolsillos de su túnica, antes de volver a ponérselas. Cuando levantó la cabeza vio algo que jamás pensó ver.

 

Dentro de los restos de la destrozada tarta estaba Severus Snape.

 

Siguiente

 

Escribir comentario

Comentarios: 2
  • #1

    Amaltea (viernes, 28 diciembre 2012 03:24)

    Hola pescadora:
    Siguiendo tus maravillosos fics dí con tu biografía en Slasheaven y de allí con esta página. Debo decirte que me pareces una escritora maravillosa, y que este fic en particular me parece muy prometedor. No sé si pienses continuarlo dadas las notas que has subido donde informas que no continuarás escribiendo. Me parece una verdadera pena, porque eres de lo mejor que queda en el fandom, que cada vez se ve más reducido en calidad. Ojalá decidas concluir este estupendo fic y seguir más adelante con otros. Nos hace mucha falta gente con tu talento. Por favor, no abandones! Espero saber de tí. También me quedé a medias con "serpiente roja" que veo que no has subido por aquí. Un gran abrazo

  • #2

    pescadoradeestigia (viernes, 28 diciembre 2012 04:53)

    ¡Hola, Amaltea!

    Muchas gracias por tu comentario. Me has sacado los colores, la verdad. Efectivamente, ahora mismo no estoy pasando por una época en la que me apetezca escribir. Es más, hasta hace unos meses me decía 'Tengo que ponerme a escribir y terminar X historia', pero me costaba horrores. Ahora mismo, no tengo ni ganas de abrir el word... aunque sí es cierto que en los últimos días sí he experimentado 'la chispa'. Es decir, he vuelto a sentir el nacimiento de una idea para un fic.

    Pero soy sincera, sigo sin tener ganas de abrir el word. En estos momentos, lo único que me apetece es volver a revisar los fics, corregir fallos que tengo en ellos y publicarlos aquí ya corregidos. Como verás en la zona de novedades, esto es algo que voy haciendo cada cierto tiempo. Es más, desde la última vez que subí algo, no he vuelto a tocar nada.

    'Buscando el orden' tiene su final en mi mente. Siempre he tenido algunas dudas con prolongar o no el final, pero lo tiene. La cuestión es que me den ganas de seguir escribiendo y ahora mismo eso lo veo complicado. Con 'Serpiente roja' pasa algo parecido: cuando lo escribí y publiqué en SH, me di cuenta de que estaba a medias y al ir a mirar el archivo para publicar lo que faltaba, me llevé la desagradable sorpresa de que me faltaba más de la mitad del texto. Y no he encontrado las ganas para volver a escribirlo xDDD

    No obstante, aunque hay un gran parte de mi que tiene ganas de dejarlo todo, hay otra parte más pequeña que a veces me pide que no me rinda y que siga. Por lo que de momento, he decidido alejarme, retomar viejas aficiones que tenía (y que me vienen bien para conocer otros fandoms) y ponerme a hacer la corrección de los textos poco a poco.

    No sé si volveré a escribir o no. No puedo decirte nada con seguridad, salvo que hay una parte de mí que desea hacerlo.

    Aun así, si quieres me puedes buscar en el facebook o seguir entrando a la web, que cuando haga algo y haya noticias las publicaré en novedades.

    Un gran abrazo. Muchísimas gracias por tu comentario.

    ¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!