Iniciación

Parejas: Harry Potter/Severus Snape

Clasificación: NC-17

Disclaimer: Todo es de Rowling, menos el sexo, que es mío.

Advertencia: Sadomasoquismo, violencia. No entres si crees que no podrás con ello.

 Resumen: Un pequeño pago de unas clases particulares de Pociones.

 

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De pie, en medio de la habitación le miraba expectante, arrodillado desnudo ante él. Su cuerpo se alzaba porque no le estaba permitido apoyarse en sus talones, sus piernas algo separadas, con los pies juntándose levemente en sus dedos gordos, la espalda recta y la manos atadas tras ella por sendas correas de cuero, tanto a la altura de las muñecas como en los codos. La cabeza ligeramente inclinada hacia abajo, mirando al suelo, a las botas de quien miraba como la baba comenzaba a salir por la comisura de sus labios, resbalándose por su barbilla, ya que no podía cerrar la boca por la pelota de goma agujereada que llevaba como mordaza, atada con cuero tras su cabeza.

 

El hombre ante él simplemente susurró: “Esto comienza ahora… pero no puedo prometer cuándo acabará. Espero que fuera obediente y avisara de que a lo mejor estaría días sin verles”. Un ligero cabeceo fue la afirmación que recibió de aquél que tenía a sus pies, antes de acercarse a él y ponerle un antifaz de cuero negro ante los ojos.

 

“Tengo otros planes para esta noche… ya… volveré”- fue lo último que escucharon los oídos de aquél que estaba atado tan humillantemente en medio de la sala, que ahora creía a oscuras, desde luego, la chimenea había sido apagada antes de que aquél hombre saliera del cuarto. Lo supo porque dejó de sentir el calor del fuego en su piel. Dejó escapar un suspiro a través de la mordaza, lo que hizo que más babas salieran por los diferentes agujeros que tenía la pelotita.

 

Al menos puedo respirar. Fue su pensamiento. Ahora tan sólo le quedaba esperar.

 

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Severus Snape se apareció ante las verjas adornadas con cerdos alados de Hogwarts. La cruzó tranquilamente dirigiéndose al castillo. Cuando minutos más tarde llegó al vestíbulo, se dirigió a la sala de profesores varios pisos más arriba. Le esperaba una agotadora reunión de última hora convocada por el profesor Dumbledore. Al llegar a la sala vio que casi todos sus compañeros estaban allí. Claro que faltaba el propio convocante, McGonagall y el ‘supuesto nuevo profesor de Defensa’. Se saludaron correctamente y esperaron hablando de diversas cosas, hasta que llegaron los que faltaban.

 

-Buenas noches -saludó el director.

 

-¿Se puede saber para qué nos ha reunido aquí profesor? Pensaba que todos estábamos de vacaciones, desde ayer -.Fue el saludo de Severus.

 

-Si, pero bueno… antes de iros por ahí quería que hiciéramos una última reunión de curso antes de la de finales de Agosto. Sólo espero no haberos estropeado algún plan.

 

Snape alzó la ceja, pero simplemente se sentó en uno de los sillones. Poco a poco algunos elfos fueron trayendo comida para que la reunión fuera un poco más amena.

 

Durante cerca de tres horas hablaron y comieron, discutiendo el temario del siguiente curso, algunos hechos acaecidos tras la guerra finalizada tres años antes, en la que Lord Voldemort había muerto y su mortífagos habían caído, por lo que los que no había muerto junto a su Señor, estaban en Azkaban. También a los profesores más emotivos, tras dejar aclarado el tema de las clases, les dio por hablar de cómo aquellos alumnos que habían participado en la guerra, habían conseguido seguir para adelante. Hermione Granger estaba estudiando leyes mágicas, Ronald Weasley se había unido a sus hermanos en la dirección de la tienda, Draco Malfoy había asumido los negocios de la familia y estaba prometido a una de las hermanas Greengrass, Neville Longbottom estaba estudiando Herbología Avanzada… y así muchos más, hasta que entonces vino la gran pregunta por parte de McGonagall.

 

-Severus, ¿sabes si a Harry le ha ido bien en su último examen? Con suerte, terminaba ya este año sus estudios.

 

-¿Y por qué tendría yo que saber eso? -respondió. 

 

-Bueno -, ahora era Albus el que hablaba.- Cuando apareció aquí hace unos meses fue para pedirte ayuda con una asignatura, ¿no?

 

-Sí. Sigo preguntándome como fue que accediste a darle clases de Pociones Avanzadas- fue lo que dijo Pomona.

 

-Simplemente, hicimos una negociación. Claro que, aunque haya aprobado este examen, sigue sin saber cómo descubrir un veneno aunque en la botella ponga ‘Veneno’.

 

Hubo algunas quejas por parte del resto de profesores, sin entender bien por qué a pesar de que parecía que la relación entre ambos había mejorado, Severus seguía insultándolo de esa forma. Sin embargo, Albus se preguntaba a qué clase de negociación se refería Snape, puesto que sabía bien que le humillaba más durante media clase particular, que durante los siete años juntos que lo tuvo como alumno en el colegio.

 

Un rato más tarde, Severus se excusó, diciendo que ya había demorado bastante sus planes para esa noche. Y ser marchó, dando un paseo por lo terrenos hasta llegar a la verja y luego desaparecerse.

 

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Durante las horas que estuvo sólo, no podía dejar de pensar. Estaba nervioso… muy nervioso. Su pecho y su estómago estaban mojados con sus propias babas. Intentaba tragar la saliva que se acumulaba en su boca, pero con esa pelota en ella, era prácticamente imposible. Tampoco podía mover los brazos que comenzaban a entumecerse, al igual que sus piernas. Sus rodillas dolían. Desde luego, aquél hombre le había dejado sólo en la casa y sólo podía pensar en cuándo llegaría y cómo era posible que se hubiera metido en aquél lío, pero él tenía la respuesta.

 

Meses atrás había llegado a Hogwarts, dirigiéndose al despacho del hombre. Tragó su orgullo para pedirle ayuda, necesitaba aprobar una asignatura, que incluía el reconocimiento de venenos y la elaboración de los antídotos, así que no tenía otra. Se lo pidió, incluso le dijo que le pagaría por las clases particulares, pero no, Snape no quería dinero. Eso se lo dejó bien claro cuando empezó a reírse de él en su cara, y cuando paró, le miró con un brillo extraño en los ojos.

 

-Haremos un trato Potter -. Como siempre, el apellido escupido con asco. –Si suspende, cosa que no me extrañaría, le daré clases otra vez, hasta que consiga aprobar. Dejaré de lado mi habitual forma de ser, me tomaré varias pociones calmantes, cualquiera cosa, para darle una clase al estilo de cualquier otro profesor. Pero si aprueba… -Snape le miraba, de arriba a abajo, como si lo estuviera pensando-. Si lo hace, usted tendrá que enfrentarse a un único pago, que obviamente, no voy a decirle -. Harry fue a quejarse, pero le interrumpió. –O acepta, o no acepta. Pero desde luego, deberá ser honesto, dar su palabra y cumplir su pago.

 

Y había aceptado. Lo que había hecho que ahora estuviera de rodillas, desnudo, atado, amordazado y vendado, esperando a que ese hombre volviera.

 

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Entró tranquilamente a su casa, se quitó las botas y la túnica al hacerlo, dejando ésta en un perchero, junto a la de Harry Potter, y su calzado junto a la puerta. No quería que el chico supiera que ya había llegado. Encendió la luz del salón viendo a Harry en la misma postura como lo había dejado. Sus manos estaban algo amoratadas, su pecho y su estómago brillando por la saliva derramada que se perdía en un camino hasta el vello púbico del chico. No pudo evitar una sonrisa al ver que debajo del chico, entre sus piernas había un charco transparente. ¿Tanto se podía salivar en tres horas y media?

 

Descalzo como estaba se acercó al minibar. Cogió una copa de cristal y se sirvió un Whiskey. Escuchó un leve gemido a su espalda y al darse la vuelta notó que el chico se había tensado un poco.

 

-Veo que me has esperado ansioso -. Contemplaba el cuerpo desnudo que se estremeció cuando encendió mágicamente la chimenea. Su torso apenas tenía vello, sólo algo alrededor de los pezones, pero un pequeño hilo de negro pelo se dibujaba desde el ombligo hasta el pubis, que estaba cubierto de una mata abundante de rizos oscuros. Sin embargo, sus piernas al igual que su pecho, apenas tenía pelo.

 

Dejó la copa en la mesita que había junto al sillón que estaba delante de Harry, se acercó a él y le quitó la venda de los ojos, haciendo que las dilatadas pupilas del muchacho se contrajeran de repente por la abundante luz, haciendo que cerrara los ojos como acto reflejo.

 

-Abre los ojos, no te he dado permiso para cerrarlos -. Tardó un segundo, pero Harry los abrió otra vez, mirando al suelo -. Buen chico -dijo acariciando una de las mejillas avergonzadas. Se situó detrás de él y le quitó la correa de los codos. Harry gimió al sentir como aquella opresión desaparecía de su piel. Severus se sentó en el sillón delante del chico, cogiendo su copa con la mano. Cruzó la pierna derecha sobre la izquierda y comenzó a hablar.

 

>>Por el color de tus piernas y tus manos, veo que te has portado bien y no te has movido -. Dio un sorbo a su copa -. Pero aún hay más cosas que debes saber de lo que sucederá esta noche. Tienes prohibido hablar. Podrás gemir, podrás jadear, pero no hablar…a no ser que sea para responder una pregunta directa o vayas a suplicarme por más, cosas que harás llamándome Amo -. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Harry de forma notoria ante la vista de Severus, que pudo ver el movimiento por todo el cuerpo, agitándose, haciendo que la polla inerte del chico se balanceara .-Harás todo lo que yo te diga y desde luego, aceptarás todo lo que yo haga esta noche. ¿Lo has entendido?

 

Harry fue a responder, pero no pudo.

 

–No te he oído -dijo Severus haciendo desaparecer la mordaza de la boca de Harry.

 

-Sí, Amo .- La voz del chico salió ronca por el tiempo que llevaba sin hablar.

Sonriendo, tomó la copa de Whisky que se había servido y tomó un largo trago, pensando su siguiente movimiento. Se levantó, dejando de nuevo la copa sobre la mesa, se colocó tras él, y le quitó también la correa de las muñecas, haciendo que los brazos de Harry cayeran a su lado.

 

-¡Ahh! -Fue la lastimosa queja del chico, que sintió como Severus le alzaba la cabeza tirándole del pelo, pero aún, con la mirada baja, sin dejar de mirar al suelo, pero jamás a su ‘amo’, cosa que este notó.

 

-Mírame -. El chico le miró a los ojos -. Buen chico, pero desde luego muy guarro -. Mientras hablaba acariciaba los labios de Harry y seguía el hilo de saliva que se perdía por su cuello, bajando la mano por su pecho, donde se deslizó a uno de los pezones, que se puso erecto bajo el contacto-. Esta noche, pequeña zorra, vas a adorar todo lo que te haga, vas a suplicar más. Esta noche, vas a ser mío, como nunca has sido de nadie –le susurraba cerca del oído, sin dejar de mirarle a los ojos -. Vas a adorarme, pero sobretodo, vas a idolatrar mi polla. -Pellizcó el pezón con el que había estado jugando, arrancando un pequeño gemido por parte de Harry. Le soltó la cabeza bruscamente y se colocó ante él, observando como otra vez inclinaba la cabeza para mirar al suelo.

 

Se sentó de nuevo en el sillón.

 

-Ven aquí a cuatro patas perra y quítame los calcetines.

 

Harry se puso como le ordenaron, las rodillas le dolían ya y tenía las piernas dormidas. Sin poder evitar gemir de dolor, se acercó hasta su amo lo suficiente para tomar un pie y quitar la sucia prenda, para después hacer lo mismo con el otro pie.

 

Severus cogió su copa, dio un sorbo sin quitar su mirada de él, subiendo por el cuerpo joven con el dorso de su pie derecho, acariciando primero el muslo, luego el costado, la axila, el hombro y llegar hasta el cuello. Apoyó parte de su planta en la húmeda barbilla de Harry. Movió los dedos golpeando ligeramente los labios del chico.

 

-Chúpalos -. Fue su siguiente orden.

 

Con algo de temor por lo que vendría esa noche, Harry sacó la lengua y la deslizó desde el dedo pequeño hasta el gordo, sintiendo el ácido y a la vez amargo sabor del sudor del hombre, humedeciendo cada uno, para después, tímidamente levantar sus manos y coger el pie que tenía ante él. Luego engulló cada dedo, uno por uno, succionándolo, limpiando el sudor que había en ellos. Para cuando llegó al dedo gordo, lo sacó de su boca, con un ruido sordo, y pasó la lengua por debajo de los cinco dedos.

 

Severus había cerrado los ojos cuando comenzó, pero ahora al parar, los abrió alejando su pie de las manos de Harry, apoyándolo de nuevo en la alfombra.

-Parece que a pesar de tu rebeldía de esta tarde, has aprendido rápido cuál es tu lugar. ¿Me equivoco puta?

 

-No, Amo. No se equivoca -. Sin saber cómo, las palabras salieron automáticamente de su boca. No entendía qué le pasaba a su mente, pero lo cierto es que desde que Snape le obligó a arrodillarse ante él y le había atado, una parte de su mente deseaba complacer al hombre.

 

-Eso está muy bien -dijo poniéndose de pie, a la vez que cogía un anillo de goma de la mesa, que estaba junto al vaso vacío y que se colocó alrededor de tres dedos de la mano izquierda. Se inclinó sobre Harry, deslizando sus manos por su torso desnudo, apretando ambos pezones, antes de continuar. Sus dedos se enredaron en los rizos negros, antes de que la derecha bajara a coger las pelotas de Harry, que suspiró sonoramente por la nariz, haciendo que Snape sonriera y masajeara un poco más los testículos del chico, a la vez que con la izquierda tomaba la polla, aún blanda, para bajarle el prepucio, dejando al descubierto la sonrosada cabeza. Soltó los huevos y sin soltar la polla, deslizó por el dorso de su mano izquierda el anillo, haciéndolo bajar por el miembro fláccido. Sólo entonces, Harry se dio cuenta de que era un anillo doble: uno, se ajustaba a la base de su pene, mientras el otro, era colocado alrededor de sus testículos. Segundos después, su polla se alzaba sin vergüenza alguna ante la escrutadora mirada de Snape. Nunca se la había visto así de grande ni de rojiza.

 

Severus le torturó un poco más, acariciándole, antes de ponerse de pie, con la cadera justo en la cara del chico.

 

-Quítame los pantalones -. Harry movió sus manos hasta la bragueta del hombre, desabrochando el botón y bajando la cremallera, para encontrarse con la desnuda virilidad del hombre, que saltó golpeándole en los labios. Bajó la tela hasta el suelo y entonces sintió la mano de su profesor, agarrándole de nuevo del pelo, mientras le tomaba como apoyo para poder levantar las piernas y que Harry le quitara la prenda sin dilación.

 

Tras eso, la mano que aún se cernía en su cabeza, lo obligó a enterrarse en la entrepierna del hombre.

 

-Huélelo.- Y eso hizo, acercó más su nariz, enterrándola en la ingle de hombre, acariciando su quererlo sus huevos con los labios, mientras movía la nariz por la polla erecta, respirando su olor. A su vez, Severus se quitaba la camisa y la dejaba caer en el suelo. Para ambos el acto en sí era embriagador: Harry veía sus fosas nasales inundadas por el olor del hombre, un olor diferente al de sus pies, un olor que iba directamente de su nariz hasta su polla. Claro que tal vez, podría ser efecto del anillo que Snape le había colocado. Para Severus, tener a Harry de rodillas ante sí, ya era algo que le perturbaba, pinchando contra el duro muro de su autocontrol, pero encima, sentir no sólo su nariz sino también sus labios por su escroto, le estaba volviendo loco.

 

Deslizó una mano por el cabello del chico antes de volver a invocar la correa sobre las muñecas de Harry, que de repente, sintió un tirón en ambos brazos, dándose cuenta de que mágicamente sus brazos eran convocados a su espalda.

 

-¡Ah! -Fue su lastimera queja ante el brusco movimiento. Desde luego, Severus no desaprovechó que el muchacho hubiera abierto los labios, e introdujo su falo entre ellos, penetrándolo con brusquedad moviendo la cadera hacia delante, a la vez que la mano que tenía en el pelo de Harry se enredaba rudamente en él, empujándole hacia adelante.

 

Durante varios segundos hizo presión, haciendo que el efebo a sus pies se estremeciera, casi sin poder respirar, mientras su polla palpitaba contra la campanilla del chico, intentando adentrarse en la joven garganta. Y tan rápido como entró, salió, quedando de nuevo ante los labios abiertos, doloridos y jadeantes totalmente húmeda y brillante.

 

-Esta noche, me vas a obedecer cómo no lo has hecho en siete años, y por tu bien, más te vale ser una buena perra obediente, porque si no, haré que te arrepientas.

 

Se alejó un poco de él, lo suficiente para arrastrarlo por el pelo y hacerlo apoyar en el sillón, con el pecho y la cara hundidos en el asiento, las piernas separadas y el culo en pompa, bien expuesto.

 

Harry cerró los ojos por un instante. Se odiaba a sí mismo por dejarse hacer, no rebelarse, pero la parte de él que tenía curiosidad, la parte a la que le estaba gustando el trato que le daba Severus en ese momento, estaba ganando la batalla interna. Lo oyó moverse por la sala, oyó cómo se cerraba la puerta de un armario y el golpe seco de la madera contra la madera. Abrió los ojos y vio una caja negra, tallada con formas que no distinguía, sobre la mesa, junto al vaso donde rato antes, Severus bebiera su Whisky. Observó cómo Snape abría dicha caja, de forma que él sólo podía ver la tapa pero nada de su contenido, gimió de miedo pero también de ansias cuando una sonrisa de medio lado se dibujó en el rostro del mayor.

 

-Vaya, vaya… si parece que la muy zorra está deseando sentir su castigo, -dijo tranquilamente el profesor, cogiendo su varita y arrastrando la mesita un poco, poniéndola más a su alcance.

 

Durante unos minutos masajeó las nalgas del chico, incluso dejó resbalar sus dedos por el escroto, jugando con él. Cuando Harry estaba algo más relajado, un grito salió de su garganta, al sentir algo que había golpeado con fuerza en su nalga derecha.

 

-Repite tras de mí: Uno, amo.- Harry tragó y repitió.

 

-Uno, amo.

 

-Ahora, sigue contando.- Esta vez, la varita le golpeó en la otra nalga, pero a la misma altura.

 

-Dos, amo.

 

Así, alternativamente, Severus le marcó el trasero a Potter, dejándole con diez líneas rojizas en cada nalga, todas paralelas entre sí. Al terminar, puso su varita sobre la mesa y acariciando levemente el culo dolorido, como si quisiera restarle dolor a la casi amoratada zona. Harry no podía evitar estremecerse ante el contacto de esa mano que le acariciaba. Snape se inclinó levemente sobre él, para susurrarle en el oído:

 

-Has contado muy bien, y eso debe tener su recompensa. El trabajo de un buen amo es saber cómo compensar a su zorra. Hay que saber dar dolor, pero también cómo consolarlo.-  Depositó un suave beso en la nuca del chico. Harry tragó sonoramente y recibió otro beso como recompensa -. Sé que estás asustado, pero no quiero que lo estés… no te haré más daño del necesario. Simplemente recuerda que la mano que te dañará, será la que te curará. ¿Me has entendido puta? - Harry suspiró suavemente.

-Sí, amo.

 

-Eso me gusta-. Sin dejar de acariciar sus nalgas, Severus bajó por la columna vertebral de Harry, besándola. Al llegar al cóccix, se irguió para coger algo de la caja que tenía sobre la mesa a su lado.

 

-Date la vuelta, quiero verte en esa postura, pero boca arriba.

 

Harry se movió, levantó primero el culo, estirando las piernas para poder apoyarse. Luego, a duras penas, se dio la vuelta, quedando de forma extraña, con media espalda y la cabeza apoyada en el asiento, la pelvis algo más levantada y las rodillas de forma extraña, sin estar estiradas del todo pero tampoco dobladas.

 

-Así no. Apoya toda la espalda en el asiento, no quiero que te hagas daño en la columna.-  Harry obedeció, acostándose dolorosamente sobre sus brazos a su espalda. Mientras Severus se puso ante él, le obligó a separar las piernas un poco.

 

>>Flexiona más las rodillas, haz un ángulo de 90º con ellas.- Harry obedeció sin rechistar.- Ahora no te muevas, en seguida vengo.

 

Le vio salir desnudo y erecto de la habitación. Una parte no podía creer que su profesor de Pociones se hubiera excitado con lo que le había hecho, pero otra parte en su interior se sentía halagada. Desde luego, tenía un gran dilema interior y no sabía qué llevaba peor, si lo que le estaba haciendo o lo que sentía y las ganas que tenía porque le hiciera más. Le escuchó en otra habitación haciendo ruido y cuando llegó, no vio que tuviera nada en la mano, pero al acercarse a él y a la mesa, oyó un ruido sordo. Desde luego había colocado algo sobre ella y había cogido otra cosa. Una vela negra. Sus ojos se abrieron cuando la vio y no pudo resistir más cuando vio que la encendió.

 

-No, por favor… eso no.- Una mano cruzó su cara, dándole un bofetón. Y esa misma mejilla fue acariciada por la misma mano que le abofeteó.

 

-No tienes permiso para hablar.- Acto seguido volvió a poner la vela encendida sobre la mesa. Cogió la mordaza y se la volvió a colocar en la boca–. Lástima que me hayas obligado a esto, deseaba oír tus gemidos… aunque creo que los oiré de todas formas-. La voz era penetrante.

 

Volvió a coger la vela, la elevó unos 40 centímetros sobre el torso del muchacho y dejó caer una gota de cera derretida en el centro del pecho. Así, poco a poco, mientras Harry gemía fue dibujando una línea de cera caliente que iba desde donde había caído la primera hasta el ombligo, que desapareció, inundado por la sustancia ardiente. Pero ahí no quedó la cosa… Cuando pensaba que Severus había dejado de divertirse con eso, vino lo que podría considerarse lo peor: una gota cayó en su pezón derecho. Esta vez el gemido no fue de dolor, sino de placer, haciendo que Harry moviera un poco su cadera hacia arriba instintivamente, mientras Snape cubría el erecto pezón y la aureola del chico con la cera, sonriendo ante los ruiditos que hacía el joven, que ya se había abandonado a la parte de su mente que pedía por más.

 

Otra suave caricia con las yemas de los dedos de Snape recorrió el cuerpo de Harry, junto a la cera, desde su pecho a su estómago, bajando a su pubis y resbalando el dedo índice izquierdo por el glande endurecido, hinchado y rojizo, que se sacudió en busca de más. Severus sonrió ante eso y entonces, agarró el glande, deslizando el dedo pulgar sobre la cabeza húmeda, extendiendo esa mancha transparente que se acumulaba obscena en la punta. Bajó por él con la mano y se deslizó a los testículos, que amasó tranquilamente, con Harry gimiendo, intentando pedir más, intentando suplicar por más aunque era imposible con la bola de goma en su boca. Tras la larga caricia, deslizó los dedos corazón e índice hasta la parte trasera de los huevos del chico para quitar la goma que los aprisionaba, dándole un poco más de libertad. Tras eso, volvió a echar cera sobre el pecho de joven, sin descanso. Anteriormente había echado gota a gota, pero ahora era un chorro continuo y caliente el que caía sobre la morena piel del pezón izquierdo, sin dejar de masturbarle suavemente. Tras tener ambos pezones cubiertos por la negra sustancia, apagó la vela soplándola suavemente, antes de volver a dejarla en la mesa y coger lo que antes había dejado en ella: un cubo de hielo redondo.

 

Lo deslizó por la mejilla que había abofeteado, llevándolo hasta detrás de su oreja, bajando con él por su cuello, deteniéndolo un poco en la nuez para luego, agacharse y lamer la humedad en ese bulto. Siguió bajando por la piel del torso que estaba al aire, por el costado, llegando a la parte de su estómago, depositándolo en el vello púbico.

 

-¿Quieres que te oiga jadear? - Harry asintió -. ¿Quieres gemir zorra? - Volvió a asentir -. ¿Quieres suplicarme por más, puta?

 

Avergonzado, Harry cerró los ojos y asintió una vez más. No vio la sonrisa de Severus, quien volvió a juguetear con el hielo redondo, deslizándolo por el glande, manteniéndolo un poco en la punta para volver a bajarlo por el tronco, para después moverlo por ambos testículos, entreteniéndose en ellos, dibujando círculos. Por último, lo fue guiando entre las nalgas del chico, hasta encontrar su entrada. Sin miramiento alguno, empujó, introduciéndolo en el arrugado anillo musculoso.

 

Llevó sus manos otra por vez hacia arriba por el cuerpo del chico, acariciándolo lentamente, hasta llegar a su cabeza y volver a quitar la mordaza.

 

-Amo...- fue lo único que pudo decir cuando sintió su boca libre antes de volver a sentirla en cautividad bajo los demandantes labios y lengua de Severus, que violaban su boca con brusquedad. El músculo del hombre no parecía querer descansar, batallando contra su propia lengua, recorriendo todo el interior de su boca. Además, notaba como unas gotas de agua comenzaban a resbalar por su ano. El hielo comenzaba a derretirse en su interior. Cuando Severus se separó, le miró a los ojos.

 

-Ahora viene lo mejor-. El profesor se colocó mejor a su lado, de rodillas, apoyándose con un codo en el sillón y llevando la otra por su cuerpo, colocándola entre las piernas de Harry–. Empuja...

 

Y lo hizo, notando como su entrada se abría para dar paso al hielo, pero no pudo salir del todo, porque Severus volvió a meterlo con los dedos.

 

>>Otra vez, zorra-. Repitieron unas cuantas veces. Cada vez que notaba salir y entrar el hielo de su interior, gemía aunque cada vez, el volumen de la piedra helada fuera menor. La última vez que empujó el hielo, Snape metió también el dedo índice hasta el nudillo, comenzando a urgar en el chico, a la vez que su boca volvió a devorar la de Harry. Sin piedad, volvió a meter otro, y tras unas sacudidas metió el tercero. El chico ya no podía, ni quería evitar estremecerse, ni mover las caderas de arriba a abajo, sintiéndose por primera vez en toda la noche, como Severus le había llamado en varias ocasiones: una puta… Pero no una puta cualquiera, era la puta de Snape y al menos, durante un buen rato, no quería dejar de serlo.

 

Haciendo algo de fuerza contra el joven, con los dedos aún en su interior, Severus consiguió que alzara la cadera, apoyándose sólo en las puntas de los pies. Rió al verle al así, con la boca abierta, los ojos cerrados, sin dejar de jadear y gemir, con la polla dura, golpeándole en el estómago a cada sacudida de su cadera.

 

-Será mejor que ahora colabores -dijo mientras, con los dedos aún dentro, comenzaba a moverle hacia un lado. Su intención: girarle hasta hacer que Harry se apoyara con parte de la espalda y los hombros en el suelo, dejando el culo apoyado en el borde del sillón. Tras unos minutos de dificultoso movimiento, dada la posición de los dedos de Severus y los brazos atados de Harry, lo consiguió y entonces, sacó los dedos obligándole a abrir bien las piernas.

 

-Amo, por favor… no me deje.- Fue el lastimero susurro de Harry al ver cómo se alejaba un poco. Tan sólo se había separado unos centímetros, lo suficiente para acercarse a la mesa y coger de la caja de madera un lubricante. Ante la vista del chico, abrió el bote y dejó caer unas gotas en su palma, volvió a cerrar el bote con una sola mano, para ponerlo de nuevo dentro de la caja. Sin dejar de mirarle, sin dejar de observar como Harry le miraba suplicantemente, se acercó de nuevo a él, situándose de tal forma que, sus pierna derecha seguía apoyada en el suelo y la izquierda ahora se apoyaba en el sillón, con la rodilla flexionada. Sin dejar de acariciar su erecta virilidad, se colocó bien, dejando una pierna de Harry tras la derecha suya, para apoyarse si hacía falta. Siguió masturbando su hinchado pene, extendiendo bien el lubricante ante la mirada del muchacho, acercándose cada vez más a él, acercando su erección hasta la entrada.

 

Harry gimió y movió ligeramente su cadera en busca de más, cuando la punta de la polla de Snape rozó su entrada suavemente, antes de alejarse.

 

-¿Lo quieres puta?

-Sí, amo… por favor...

 

-¿Quieres mi polla dentro de ti?

 

-Mmnnhh Síi, por favor… amo…- Severus sonreía y juguetón volvió a acercar la punta a la entrada para volver a alejarla –.Amo… por favor...

 

-Aún no, zorra -. Volvió a jugar y entonces, Harry hizo lo que quería que hiciera.

 

-Amo, se lo suplico… fólleme.

 

Entonces, de una sola estocada, se hundió: firme, sin descanso, abriendo el canal del chico que gemía bajo él. Su único movimiento era hacia delante, hacia el interior del chico, sin pausa y sin tregua, hasta que sus huevos se posicionaron sobre los del chico, chocando. Ambos gimieron al llegar al sentir como sus cuerpos se tocaban tan íntimamente, y Severus no esperó, comenzó a moverse de adelante a atrás sin sacar su pene del interior de Harry. No iba a salir de ese agujero estrecho que parecía estar hecho a medida de su sexo, así que comenzó a moverse en varias direcciones, en círculos, dando frotando ambos pares de testículos. Al rato de estar así, de oír los gemidos y las súplicas de Harry, por fin se apiadó de él quitándole el anillo que aún tenía apresada la base del pene del chico, comenzando a masturbarlo hacia abajo, a puntando al torso desnudo, lleno de cera pegada. Segundos después y tras un par de sacudidas firmes, Harry gritó, corriéndose, manchando su estómago, su pecho, y sobretodo su cara con su propio semen, aprisionando aún más la polla de Severus, hasta que por fin, tras unos insoportables minutos más, él inundó su interior.

 

Snape aún acariciaba la polla fláccida y húmeda que tenía en la mano, mientras su respiración se normalizaba, sintiendo aún algunos espasmos en el cuerpo que estaba bajo él. Al salir, colocó la pierna que tenía en el sillón al otro lado del cuerpo de Harry, dejando a este aún inerte en el suelo, y caminó hasta la mesa. De la caja que había allí, cogió un pequeño bote y se dirigió de nuevo al que había sido su alumno, que seguía sin moverse. Le obligó a cerrar las piernas y caer hacia un lado, empujándolo con la mano derecha antes de agacharse y obligarle a arrodillarse tirándole del pelo. Le quitó la correa de las muñecas, para después cogerle bruscamente de la barbilla y hacer que le mirara mientras el semen se resbalaba por su cara. Acercó su rostro al del chico a milímetros.

 

-Y ahora, vas a seguir siendo una buena puta. Vas a irte de aquí y no vas a volver a molestarte en lo que resta de tu miserable vida. ¿Entendido?

-Si, amo -susurró.

 

Snape dejó caer el bote de crema en el regazo del chico antes de salir de la habitación. Subió las escaleras y fue hasta el cuarto de baño, abrió el grifo de la ducha pero no se metió en ella, sino que se quedó tras la puerta casi cerrada hasta que vio como Harry Potter salía de su casa, con la ropa pues a toda prisa, con el bote en la mano. Pudo ver que aún tenía los rastros de sí mismo en la cara y el pelo, al igual que en el pecho y el estómago, porque la camiseta del chico se pegaba a la piel, dibujando ciertas manchas oscuras en la ropa, cuando el chico se paró ante la puerta y miró hacia el piso de arriba, antes de salir por fin de la casa.

 

 

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Una semana más tarde, Severus Snape bebía tranquilamente un Whisky de fuego mientras leía un libro acomodado en el sillón donde se había follado a Potter. En su mano izquierda un cigarro encendido, al que le daba alguna calada de vez en cuando, le tranquilizaba… le ayudaba a no pensar en él. Tenía que admitir que el chico se había portado bien, había sido un buen esclavo. Su sumisión había sido muy satisfactoria, la pena: que nunca hubiera sido así de sumiso en su época de estudiante, simplemente le hubiera ido mejor.

 

Apagaba el cigarro cuando oyó la puerta. Extrañado fue a abrirla, dejando que la ira y el desprecio se dibujara en su cara.

 

-Creo recordar que le dije que no me molestara más, Sr. Potter.

 

Harry le miraba a la cara, sin miedo, vestido con una capa de viaje gruesa y unas sandalias, que eran claramente de verano. Pero Severus no reparó en eso.

 

-Lo sé, Profesor. Pero quisiera hablar un momento con usted si me lo permite. No será más de tres minutos…

 

Severus se apartó dándole paso.

 

-Espéreme en el salón. Conoce el camino.- Él fue un momento a la cocina, a lavarse la cara con agua fría. Sí, eso sería bueno para despejar su mente. Pero de nada le sirvió al volver al salón. No esperaba esa imagen.

 

Se acercó a su sillón y se sentó en él, observando a Harry Potter, el héroe del mundo mágico, desnudo, arrodillado con las piernas separadas. La cabeza estaba inclinada, mirando al suelo y ambos brazos estaban extendidos hacia delante, con las palmas hacia arriba en las que descansaba un collar de cuero negro y una correa de cadena para perros.

 

-¿Estás seguro de lo que ofreces, Potter? -preguntó con la ceja derecha alzada.

 

-Sí, Señor -respondió sin alzar la cabeza.

 

-Si te tomo como mi propiedad, no será un rato por las noches. Serán las 24 horas del día. Si te tomo como mi esclavo, será para dominar todo y cada uno de los aspectos de tu vida: desde qué comes o cuando vas al baño, hasta tu trabajo, si te permito trabajar. Si te tomo como mi puta, podré usarte como me plazca, e incluso venderte. En definitiva, pondrás tu vida entera en mis manos… a cambio, yo te cuidaré y te protegeré. ¿Sigues estando seguro de lo que ofreces, Potter?

 

-Sí, Señor -. La voz de Harry no se quebró, ni sonó insegura.

 

Severus se levantó y se acercó hasta él, cogiendo el collar de sus manos, se situó tras él, llevando su mano derecha al pelo del chico. Le obligó a levantar la cabeza, mirándole. Deslizó sus dedos por la mejilla del chico hasta el cuello, mientras volvía a ponerse ante él. Se inclinó y besó sus labios con una suavidad extrema, dándole pequeños toques en ellos, acariciando la suave piel con la lengua mientras sus manos cerraban el collar en su cuello.

 

FIN

 

 

 

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Comentarios: 1
  • #1

    Juicer Reviews (lunes, 29 abril 2013 21:14)

    This is an excellent post! Thanks for sharing!