Atándome
Llegué a casa cansada del trabajo, de no saber qué pasaría, de qué haríamos o cómo seguiría todo. Cansada de luchar contra todos, incluyéndome a mí misma. Quizás esa era la batalla más dura: la que mantenía conmigo por no aceptarme. Por el miedo a que no me aceptaras.
Después de tanto tiempo, de idas y venidas, de jugar al gato y al ratón, lo has hecho. Te acercaste a mí mientras me desmaquillaba ante el espejo. Me diste un suave beso en un hombro mientras
deslizabas las manos por mi cuello. Sorprendida vi una tira negra pegada a mi pálida piel, me perdí en tus dedos mientras la atabas haciendo un lazo.
Alcé la vista con miedo para encontrar tu mirada en el espejo. Sonreías.
Ya estaba atada a ti.
Escribir comentario