Diario de Pesca
Encontrándote
Título: Encontrándote.
Pareja: Jack/Ianto.
Fandom: Torchwood.
Clasificación: G.
Aviso: Relato creado para el Calendario de Intruders Slashzine 2012.
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No sé qué pensar. Ese chico sabía lo que es un Sapo. De la misma forma que tengo la gran intuición de que también sabe algo de mí. Algo que no debería saber. Conoce Torchwood. No me lo ha
dicho claramente, pero era obvio. Necesito saber más sobre él... Era muy mono. Y lo más importante: le gusta mi abrigo.
Esperaré hasta que Suzie, Toshi y Owen se marchen para investigar a Jones, Ianto Jones. Ha conseguido captar mi atención, cosa que últimamente sucede con poca frecuencia. He vivido muchos años, demasiados en realidad, como para que cualquier ser, humano o no, me haga sentir lo que este chico. Es extraño: por un lado desconfío de él, pero hay otra parte que me dice que puedo hacerlo. Es la parte racional la que me dice que no siga adelante... y la pasional me grita que sí. La última vez que me dejé llevar de esa forma, acabé casado.
Cuando por fin se va el equipo, tras nuestra acostumbrada cena de comida china en sus cajitas de cartón, bajo a mi dormitorio. Me quito el uniforme para ponerme más cómodo: un simple bóxer funciona. Por mí me quedaba desnudo, pero no es cuestión de sentarme en mi sillón con el culo al aire cuando a diario me siento con los pantalones sucios de vete a saber qué. Empiezo mi búsqueda. El caso es que el nombre del chaval me suena. No tardo mucho en conseguir información. Es meter su nombre en el buscador de Toshi y ya me sale todo lo que necesito. Fue miembro de Torchwood Uno, el de Londres. ¡Joder! Definitivamente mi parte racional gana: no lo quiero aquí. Aunque es una pena, porque creo que sería un buen polvo. Apago el ordenador, mañana será otro día.
No sé si me cabrea o me hace gracia encontrármelo delante de la puerta de mi casa con una taza de café en la mano. Para mí. No está mal. Le doy un poco de conversación, le sigo el juego lo suficiente para saber qué desea. Trabajar en mi equipo. Va listo. Se lo hago saber: no quiero a nadie del equipo de Londres. Torchwood Uno empleaba métodos arcaicos que no nunca me han gustado. Bastante tuve que aguantar y tragar en el Tres, pero ahora que lo he cambiado no pienso volver a esas prácticas. Tras dejar clara mi negativa, me marcho, pero le escucho volver a elogiar mi abrigo. No puedo evitar alzar las cejas y sonreír.
Casi lo atropello. Iba hablando con los chicos cuando tengo que parar el coche de un frenazo brusco. Está parado en medio de la carretera, vestido con un traje azul y corbata. Una indudable mejora, pero aún así, estoy muy cabreado con él. Le grito y espero que esta vez me entienda. Sin embargo, me interrumpe. ¿Un pterodáctilo? ¡Guau! Hace cientos de años que no veo ninguno. Decido ayudarle a cazarlo, necesito un perro guardián para la central. Mi cerebro está lo suficientemente ocupado en establecer una táctica como para hacerle mucho caso al odioso comentario de que 'el equipo de Londres lleva redes para cazar dinosaurios en el maletero del coche'.
Entramos a por el pajarraco reptiliano pero el bicho está muy alterado. Quizás Jones, Ianto Jones tiene razón y esté excitado por mi olor. ¿Aftershave dice? No sabe lo que se pierde. Olor cien por cien natural del Capitán Jack Harkness. Inimitable, y altamente deseable. Ese soy yo. Ianto Jones es un jovencito al que le queda muy bien el traje de chaqueta, que ahora se encuentra encima de mí después de haber rodado ambos por el suelo y que, sin duda alguna, acaba de conseguir un trabajo nuevo aunque no lo sepa todavía.
–¡Eh! –Se para y me mira de reojo–. Preséntate en tu puesto por la mañana –no dice nada y yo no puedo evitar quedarme callado–. Bonito traje, por cierto.
Le veo marchar en silencio. Sé que será un camino largo y yo tengo mucho tiempo por delante, toda la eternidad. Jones, Ianto Jones será mío. Sé que será un gran placer quitarle ese traje pieza por pieza.
Esperaré hasta que Suzie, Toshi y Owen se marchen para investigar a Jones, Ianto Jones. Ha conseguido captar mi atención, cosa que últimamente sucede con poca frecuencia. He vivido muchos años, demasiados en realidad, como para que cualquier ser, humano o no, me haga sentir lo que este chico. Es extraño: por un lado desconfío de él, pero hay otra parte que me dice que puedo hacerlo. Es la parte racional la que me dice que no siga adelante... y la pasional me grita que sí. La última vez que me dejé llevar de esa forma, acabé casado.
Cuando por fin se va el equipo, tras nuestra acostumbrada cena de comida china en sus cajitas de cartón, bajo a mi dormitorio. Me quito el uniforme para ponerme más cómodo: un simple bóxer funciona. Por mí me quedaba desnudo, pero no es cuestión de sentarme en mi sillón con el culo al aire cuando a diario me siento con los pantalones sucios de vete a saber qué. Empiezo mi búsqueda. El caso es que el nombre del chaval me suena. No tardo mucho en conseguir información. Es meter su nombre en el buscador de Toshi y ya me sale todo lo que necesito. Fue miembro de Torchwood Uno, el de Londres. ¡Joder! Definitivamente mi parte racional gana: no lo quiero aquí. Aunque es una pena, porque creo que sería un buen polvo. Apago el ordenador, mañana será otro día.
No sé si me cabrea o me hace gracia encontrármelo delante de la puerta de mi casa con una taza de café en la mano. Para mí. No está mal. Le doy un poco de conversación, le sigo el juego lo suficiente para saber qué desea. Trabajar en mi equipo. Va listo. Se lo hago saber: no quiero a nadie del equipo de Londres. Torchwood Uno empleaba métodos arcaicos que no nunca me han gustado. Bastante tuve que aguantar y tragar en el Tres, pero ahora que lo he cambiado no pienso volver a esas prácticas. Tras dejar clara mi negativa, me marcho, pero le escucho volver a elogiar mi abrigo. No puedo evitar alzar las cejas y sonreír.
Casi lo atropello. Iba hablando con los chicos cuando tengo que parar el coche de un frenazo brusco. Está parado en medio de la carretera, vestido con un traje azul y corbata. Una indudable mejora, pero aún así, estoy muy cabreado con él. Le grito y espero que esta vez me entienda. Sin embargo, me interrumpe. ¿Un pterodáctilo? ¡Guau! Hace cientos de años que no veo ninguno. Decido ayudarle a cazarlo, necesito un perro guardián para la central. Mi cerebro está lo suficientemente ocupado en establecer una táctica como para hacerle mucho caso al odioso comentario de que 'el equipo de Londres lleva redes para cazar dinosaurios en el maletero del coche'.
Entramos a por el pajarraco reptiliano pero el bicho está muy alterado. Quizás Jones, Ianto Jones tiene razón y esté excitado por mi olor. ¿Aftershave dice? No sabe lo que se pierde. Olor cien por cien natural del Capitán Jack Harkness. Inimitable, y altamente deseable. Ese soy yo. Ianto Jones es un jovencito al que le queda muy bien el traje de chaqueta, que ahora se encuentra encima de mí después de haber rodado ambos por el suelo y que, sin duda alguna, acaba de conseguir un trabajo nuevo aunque no lo sepa todavía.
–¡Eh! –Se para y me mira de reojo–. Preséntate en tu puesto por la mañana –no dice nada y yo no puedo evitar quedarme callado–. Bonito traje, por cierto.
Le veo marchar en silencio. Sé que será un camino largo y yo tengo mucho tiempo por delante, toda la eternidad. Jones, Ianto Jones será mío. Sé que será un gran placer quitarle ese traje pieza por pieza.
FIN
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